21 diciembre 2010

El mejor testamento del mundo [Un cuento sobre una tradición de fin de año]

La mañana del 31 de diciembre del 2010, M despertó muy temprano para terminar lo que la procrastinación no le dejó hacer durante toda la semana: escribir el testamento de su monigote. La figura de este año no era nada especial, un Nobita de 3 metros que se erguía orgulloso en el patio de la casa. No, no era nada especial. El propósito de M era ganar el concurso de testamentos que organizaba la junta barrial, el premio eran 100 dólares que a M le caerían de maravilla ya que en un arranque de fe ciega aposto todos sus ahorros con un compañero del colegio a que Barcelona clasificaría a la Libertadores. 'Eso es desperdiciar el dinero' le dijo su abuelo, 'y no lo digo por apostar, que vaya que a mi me encanta, pero ¿por qué tenías que apostarle al Barcelona?'. El abuelo de M es también barcelonista, pero un barcelonista con los pies en la tierra.

Mientras desayunaba, M revolvía sus pensamientos en busca de la manera en que debería escribir un testamento genial. Tenía que ser lo más chistoso posible, sin llegar a usar la vulgaridad de los chistes fáciles y el doble sentido. M terminó el desayuno sin decidirse por una sola idea, ni siquiera sabía quién sería el personaje al que representaría. Queria que fuera un político, porque todos los odian pero los políticos ya están berreados. Quería que fuera un deportista pero eso reduciría el espectro de lo que podría dejar el difunto. No tenía la más mínima idea de cómo empezar.

- Mami qué te parece si hago que sea el testamento del loco y que nos deje su guatita y su mochila escolar
- Hmm no sé mijo, mejor haz que sea la ministra esa que copió su tesis, ¿cómo es que se llamaba?
- ¿y yo qué voy a saber? Además de esa vieja no se acuerda nadie, mejor hago sobre Jamil y que nos diga que lo material no es lo importante sino la paz mundial, como dicen las misses.
- No sé mijo ahorita no tengo tiempo para pensar en eso tengo que terminar el relleno y tu ayudame comprando las uvas y las velas y de paso ahí le preguntas a tu tío.

M cogió los 5 dólares que su mamá le dio y salio de la casa pensando en su testamento ganador. Al pasar al lado del Nobita gigante le dieron ganas de patearlo hasta destrozarlo. '¡Nobita pendejo no se me ocurre nada!' , gritó M. Tres calles después y sin dejar de pensar en el testamento y en los 100 dólares, la tienda del tío de M lo recibió con la sonrisa de medio metro del presidente.

- ¿Qué le parece tío si escribo mi testamento sobre Correa y que en vez de dejarnos cosas nos las quite en nombre de la robolución ciudadana?
El tío de M soltó una carcajada pero la tuvo que contener enseguida porque la señora a la que estaba atendiendo en ese momento lo miró con una cara de seriedad que daba espanto, como reclamándole a él por semejante blasfemia del muchacho.
- Me parece perfecta -dijo el tío una vez que la señora dejó la tienda- solo que tienes que agregarla muchas más cosas, hmm por ejemplo que nos deje su sonrisita de Colgate para que nos ilumine cuando el Paute se seque o que nos deje a su equipo el Emelec para que cubra las penas que da el Barcelona
- Ahí si ya habló tonteras tío, con Barcelona no se meta que yo no me meto con su Sietelec.
- Ya deja de ser picado muchacho que el próximo año es todo y dime ya qué viniste a comprar porque hoy cierro temprano y aún tengo que hacer unas cuentas.

M compró las uvas y las velas para su mamá y regresó a su casa. Obviamente pensando todavía en una buena idea para su testamento, o más bien el de Nobita, que se ganó otro regaño por permanecer inmóvil ante la desgracia de M de no poder escribir algo bueno. Las uvas y las velas quedaron sobre la mesa del comedor, las primeras de color verde y las segundas, amarillas; colores previamente designados a la mamá de M por el todopoderoso horóscopo de la revista Vanidades. Sí, M también pensó incluir este asunto de las supersticiones de fin de año en el testamento. Lo pensó nada más. Por ahora.

Pasar un fin de año en Guayaquil no es lo más divertido que pueda haber. Todo el mundo corre hacia la playa más cercana, o la más de moda que siempre es Salinas o Montañita. La familia de M decidió recibir el nuevo año sin salir de la ciudad, festejar con la gente que aun quedaba en el barrio y quemar el viejo afuera de la casa. Es claro que a M esto le pareció una catástrofe y hubiera querido gritarles a sus padres lo fuera de onda que estaban por quedarse en Guayaquil pero como todavía apreciaba su vida no lo hizo y se conformó con plasmar su voz de protesta en el facebook.

Pasó el almuerzo y pasó la tarde y el testamento no se escribía. M estaba a punto de entrar en desesperación. Tenía las ideas, tenía las ironías y las bromas de un humor finísimo pero no tenía definido a su personaje ni al contexto ni a quién se dirigiría. Incluso ya tenía recortada la cartulina negra que pensaba usar. 'Ya sé, voy a hacerlo sobre una persona cualquiera sin nombre que nos deja un montón de catástrofes y problemas en la economía' pensó M. Agarró una hoja de papel y un lápiz y justo cuando iba a escribir la primera palabra se le vino a la mente que podría escribir sobre un niño que se moría y le dejaba a la humanidad todos los valores perdidos. '¡No! Demasiado aburrido, tiene que hacer reír' se recriminó M. Rayó toda la hoja, la llenó de garabatos mientras hacía una lista mental de lo que podría incluir en el testamento: una cirugía de reconstrucción facial para Hugo Chávez, el paquete entero de Wikileaks para Obama, medallas y condecoraciones para los policías rabiosos, un título de presidente para Álvaro Noboa, el campeonato para Barcelona, un canal y un buen apuntador para Carlos Vera, unas clases de dicción para Jorge Ortiz, helicópteros que no se caigan para las fuerzas armadas, la reconciliación para pacos y robaburros, para taxistas y los no-taxistas pero que igual taxean y finalmente para su majestad de Carondelet y su majestad del puerto.

Ya oscurecía y M seguía pensando y pensando sin parar hasta que se le ocurrió buscar en internet algún testamento. Primero quiso buscar inspiración, luego se dijo que talvez podría copiar una que otra frase y finalmente se propuso buscar uno bien refundido y hacerle el copypaste y 'ojalá que nadie se de cuenta porque ese premio me lo gano yo'. Luego de pasar por una media docena de webs, M empezó a darse cuenta de que en realidad nunca antes había escrito un testamento ni algo que se le parecía, y que tampoco había visto muchos. Todos los ejemplos que encontraba estaban escritos en verso y con una rima muy ingeniosa. Notó que eso era parte esencial del texto y su desilusión fue tan grande que cerró todo y rompió la cartulina que había preparado. Apagó la luz y se acostó en la cama hasta que su mamá lo llamó para cenar.

Bajó las escaleras y en el comedor vio a la mitad de su familia conocida, reunida alrededor de la mesa principal, todos vestidos de blanco y con una vela entre las manos a la altura del pecho, como si alguien se fuera a casar. M era el único que vestía de un color diferente. Después de la cena y de despachar dos pavos y medio, la familia entera salió a la calle para reunirse con el resto del barrio y organizar la quema del viejo. M sacó a Nobita a punta de patadas y fue el último en salir de la casa. Por un momento pensó que podría escribir algo rápido con rimas fáciles y alusiones a su propia familia pero le ganó el descontento y colocó al gigante de lentes en el lugar de ejecución encima del Chavo del ocho y de unos cuantos pokemones y políticos nacionales.

El tío de M se le acercó y en un susurro le dijo 'No te preocupes loco que ya tengo todo arreglado para que te ganes ese billuzo'. M se quedó con la cara desencajada sin saber qué responder, no pudo decirle que el mejor testamento del mundo había quedado en ideas, ganas y papel roto.
A eso de las once de la noche el tío de M y otra vecina recogieron todos los testamentos y los colocaron en un cordel donde todos los podían leer mientras el jurado de vecinos los calificaba. Pasaron unos minutos hasta que se le entregó el resultado oficial al tío de M en un trozo de papel. Los vecinos se reunieron en torno a él, los monigotes esperaban su sacrificio y el reloj avanzaba hacia las doce. El tío de M se puso los lentes y con extrema seriedad levantó el papel hasta su rostro, lo leyó y, dirigiéndose a todos, habló:
- y el ganador por el mejor testamento del viejo es... ¡Mi sobrino, carajo!

03 diciembre 2010

El monarca de tu propia piel

Nunca la ajena voluntad, aun grata,
cumplas por propia. Manda en lo que haces,
ni de ti mismo siervo.
Nadie te da quien eres. Tú, no cambies.
Tu í­ntimo destino involuntario
cumple alto. Sé hijo tuyo.

- Ricardo Reis (Fernando Pessoa)

31 octubre 2010

Lombrices universales (Gabby Pri | Paco Valdivieso)

Se marchitan las vértebras de mi árbol genealógico
junto mi Antípoda;
caen las sonrisas y
mi yo futuro (aunque sea un no-yo)
ese de mis antepasados en una idea
que me pica en ese sector de la espalda que no alcanzo.

Va quedando sólo ella,
la única mandataria democrática que no saldrá del poder
en una agonía infinita.

Quiero lo que una vez una chica me dijo
Hasta el día de mi descenso,
“no es que yo quiera vivir para siempre, sólo no quiero morir”.

Se consumen nuestros apellidos.

25 octubre 2010

Los niños tienen los pies bonitos

Más abajo de la cintura, Cristo se quiere celebrar.
De la semilla, semental.

Chinoy - Que salgan los dragones

Nunca tuve la costumbre de llevar un diario, aun cuando dedicaba buena parte de mi tiempo a repasar en mi pensamiento los sucesos que transcurrían hora tras hora. Podía hacerlo donde fuera que me encuentre: al lavarme los dientes, al bañarme, mientras iba en el colectivo, y antes de dormir, sobretodo. Siempre estaba al tanto de lo que mi cuerpo sentía y lo que mi mente tramaba, sin embargo nunca se me ocurrió dejarlo por escrito. Pudo haber salido alguna buena historia de todo eso, sin duda. O talvez no, mi vida no fue más que una sucesión interminable de momentos perfectamente evanescentes y muchas veces rutinarios. Es probable que nadie lea esto y si lo hicieran no cambiaría nada, esto ni siquiera me representa pero es un alivio deshacerse, al menos simbólicamente, de aquello que pasó, y dejarlo en la Tierra.
Todo tuvo lugar en no más de un día, un sábado para ser más precisos. No llegué bajo presión, me gustaba lo que hacía y con quién lo hacía. Al principio sentí cierto pudor cuando empezamos a conversar, aunque era yo quien hablaba la mayor parte del tiempo. Nada era convencional, ni el lugar donde estábamos ni la conversación que manteníamos ni las miradas que se cruzaban entre los dos. Recuerdo que ese día se cumplían dos meses desde la primera vez que nos vimos, generalmente otras personas no duran tanto o acostumbran a hacerlo una vez y ya. Conmigo era diferente, te lo aseguro, sentía un compromiso con lo que hacía, y una gran necesidad también. El hecho es que aquella vez empecé, como era habitual, a contarle lo que había vivido durante la semana. Me miraba fijamente y de vez en cuando hacía una mueca extraña que tomé por una sonrisa. Cuando hube acabado de contarle mis cosas, se levantó y me tomó de la mano, dijo que esta vez debía olvidarme de las penas y debía en cambio sentir más la felicidad de vivir, eso fue lo que dijo. Agarrados de la mano entramos a su cuarto e inmediatamente me sentó en una esquina de la cama. Yo no sabía qué decir, sentía una incomodidad terrible a pesar de la confianza que le tenía. Mientras cepillaba mi cabello con una mano, con la otra agarró mis piernas y las puso sobre su regazo, me sonrió y procedió a sacarme las sandalias. Pasó su mano muy lentamente por mis dedos, mi pie, mi pierna -las caricias se detuvieron un momento-, me miró y en seguida siguió hasta que llegó sobre mi vientre. Todo estaba en silencio, era como si hubiera desaparecido el universo entero y quedásemos solo los dos, rodeados de una oscuridad angustiante. Fue en ese momento que tocaron a su puerta. Me asusté y me incorporé enseguida. Me empujó detrás de la puerta y escuché a alguien que dijo:
- ¿Qué haces aquí? Ven rápido a la capilla que llegó un tal Ramón para confesarse.
- En seguida, señor. Ya voy.
Cerró la puerta y dirigiéndose a mí dijo:
- Puedes irte ya, no olvides hacer tus oraciones esta noche.
Lo vi alejarse y alcancé a escuchar que le decía a otro de los sacerdotes recién llegados: ¡vaya que los niños tienen los pies bonitos, eh Manuel!
Aun tengo fija la imagen de él entrando a la capilla con una carcajada mientras el otro se quedaba con una mueca extraña en la cara. Ha pasado mucho tiempo desde aquel día y sin embargo aun escondo mis pies de la mirada de la gente, pero son ellos quienes esta tarde me guiarán a través del río y todo acabará, al fin.

26 julio 2010

Cualquier coincidencia con la realidad (Leonor Silvestri)

Estoy volviendo a casa. Fumé no se cuanta marihuana pero no ha sido poca.

Hay experiencias límites. Hay experiencias que una nunca más quiere volver a atravesar. Hay experiencias que una no se imagina que atravesará nunca. Especialmente tan llena de porro. El suicidio de una amiga. El abuso de los padres. Del padre. Un aborto clandestino. Encontrarse una chica aparentemente violada en una esquina a una cuadra de tu casa.

Flaca estás bien, decís-. Decís como te enseñó el feminismo. Hablarle a “la víctima”, nunca a él. No vas sola, no tenés miedo. Podrías atacarlo, defenderla, podrías hacerle lo que quieras. Flaca, estás bien?, insistías. Le ves la cara al chabón. Lo mirás por primera vez. Tiene más miedo que la chica, que está completamente ida. Ayudame, te dice, la encontré tirada y desnuda, ya llamé a la policía, te dice.
Ella es un palito. El pantalón que el pibe le ayudó a poner está todo mojado y al revés, la blusa mal abrochada, el maquillaje corrido, el pelo revuelto. Un taco tirado en el piso, una sola media puesta. ¿Dónde está el otro zapato? Nunca salir de noche en tacos si no tengo plata para ir y volver en taxi. Acostumbrarse a llevar botas, acostumbrarse a verse sexy en borcegos, no usar sin taco. Saber correr. Saber patear. Saber jugar a la pelota. Él tiene más miedo que todxs. Puedo leer su miedo. Su miedo me dice: yo no le hice esto. Ya se corazón, lo veo, no se lo hiciste. No fuiste vos.

Me aproximo. Ella huele a alcohol, la mojaron toda, pis, alcohol, agua. Es muy pequeña, podría romperle el cuello si quisiera. La abrazo. Yo me llamo Leonor, ¿cómo te llamás? La abrazo fuerte. No te voy a soltar. Yamila, o Yasmin o Yas o qué dijo.

La policía llega. Preguntas, preguntas preguntas. Pero ¿no ves que está en shock y no puede contestarte? Mamita quien te hizo esto, ma qué te pasó. Mamita, mamá, ma. Yamila, Yasmin o Yas llora. No quiere que ningún varón se acerque a ella. Deciles que se vayan que me dejen sola, llevame a mi casa. ¿Dónde vivís? En San Telmo. Preguntas, preguntas, preguntas. Cómo, quién, dónde, cuándo, por qué. Yo también tengo una hermana me dice el uniformado gordo de pizza. No quiero tu puta caridad cobani de mierda, no quiero tu puta comprensión ni saber de la puta de tu hermana, quiero la ambulancia, quiero la ambulancia para esta piba ya mismo, pienso.

Yas, Yasmin, Yamila no quiere que se le acerque ningún varón y agradezco mi baja estatura, mis manos pequeñas, mi voz suavecita y aguda, mis recién estrenados 50 kilos y mi cara de luna. Ella me lee mujer. No importa que mi amante me diga “nene”, que yo me sienta más chico que otra cosa. Ella me lee mujer. Los ratis me leen mujer y porque eso ocurre ella confía en mi, ellos no me joden y me dejan calmarla. Pues no hay problema, sé jugar el juego de la feminidad. Mujer una identidad estratégica para estos casos.

Mi amigo va a buscar a mi casa ropa. Un jogging, medias de lana, algo con que cubrirla, un gorro. Hiela afuera, y ella está toda mojada. La subo al coche de la policía, por asqueroso que me resulte es mejor que la calle, que estar parada en el frío de la calle con 3 ratis que te miran fijo. La cambio ahí, resguardo la poca intimidad y el poco pudor que nos queda a ambas, la poca integridad que le queda a ella que lleva por toda prenda un jean sucio y mojado y ya no tiene la bombacha.

No entiendo nada de lo que pasa, que está pasándome, dónde estoy, que pasó, dónde está mi amigo, el amigo con el que salí, no entiendo estaba todo bien, qué pasó, tomabamos algo en su casa tranqui, dónde estoy, por qué me pasa todo esto a mí. Trato de hablar de otras cosas. Qué estudias, trabajás, con quién vivís. Con quién. Si la vida te da, 4 amigxs, 2, 3 que pueda guardarte, que puedan ir a buscarte, que puedan defenderte. ¿a quién le aviso de todo esto? Lo que se viene va a ser peor, ¿a quién le aviso? ¿A quién llamo? No tengo a nadie, dice. Delira, pide su celular, piensa que lo tiene, piensa que tiene su celular y su dinero. No tiene nada. No tiene ni la bombacha, No tiene ni el maquillaje en la cara.

Un rati me pide hablar. Me bajo del patrullero y me acerco a él. Entre tanto policial, se reproducen como hongos, como pestes, me siento en una peli porno una gang bang. Señorita, uds sabe, una violación es cosa seria, hay que poner en funcionamiento todo un protocolo, ¿ud. realmente piensa que la violaron? Quizás se peleó con el novio, discutieron.

Yo no sé uds, pero a mi me parece que estamos ante un caso de violación. Le doy la espalda, como un gato macho que no teme, y me meto de nuevo en el patrullero a abrazar a Yas.

La ambulancia llega 30 minutos después, quizás más nunca menos. Pasó un siglo. Cargo su cuerpo drogado, la bolsa de plástico donde esta su pantalón mojado, y sus tacos en la mano. ¿Puedo ir con ella?, le digo al médico. Solo una persona. Me subo, mi amigo queda abajo: te voy a buscar adónde vayas llamame ni bien puedas. Te dije que no te iba a dejar. Ella me agarra la mano todo el viaje. No te voy a soltar. Yo no te digo mamita, no te hago preguntas. Yo soy vos, viajamos juntas. En la ambulancia, un policía. No sé que me da más miedo, si la historia entrecortada de esta chica que no sabe que le pasó o la cara del rati. Llegamos al hospital Ramos Mejía. La bajo, se cuelga de mi hombro. La ponen en silla de ruedas hecha con una silla de plástico.

Nadie nos habla, nadie dice nada. Segundo piso, el hospital huele a meo de gato. Y no hay un alma en ningún lado. Solo la cara que me parece de lascivia de los practicantes de guardia. Subimos a maternidad. Nos dejan tiradas en una silla esperando. El rati nos sigue de cerca. 30 minutos después alguien se dispone a antendernos. Jamás dice su nombre. Será la 6ta o 7ma persona que tampoco nos dice su nombre. La médica me pide si me puedo retirar. Yas me agarra de la mano, se aferra a mi. Le explico, no se acuerda de nada, si querés te cuento yo que me dijo y que vi. Quedate me dice entonces. Me parece que esta drogada, muy drogada, dice, ya se le va a pasar. Si estamos ante un caso de violación, cosa que no podemos descartar, podrías haberte infectado con una infección de transmisión sexual. Algunas se curan y otras no. como el VIH. También podrías estar embarazada. Por eso te vamos a dar toda esta batería de remedios. Por eso te vamos a dar la pastilla del día después. ¿Podés ir vos a buscar a farmacia los remedios?, me dice la médica. ¿La vas a revisar?, podría estar herida. Si, sí ahora la miro.

Bajo a buscar los remedios. Está helado el hospital. Helado y pestilente. Solo fantasmas. Me cobran la tarjeta de teléfono más de lo que usualmente cuesta, y ningún público funciona. Es que la necesidad y la emergencia es buena para el comercio y el sabotaje de Telefónica. En la farmacia del hospital una señora me pregunta quién soy, para quién es, y qué pasó. Soy la testigo presencial de un supuesto caso de violación Soy la muerte de todos los predicados, soy un cuerpo que se solidariza con otro cuerpo. Soy todo lo que vos jamás serás vieja hija de un policía. No te puedo dar los remedios porque tiene que tener un sello del hospital la receta y tiene que venir una enfermera. Es que me mandaron para agilizar como podría estar embarazada y tiene que tomarse la pastilla del día después, no podés llamar a la médica? Está en maternidad. No tenemos teléfono acá. Me alcanza las recetas y me despacha.

De camino llamo a la casa de Yas, Yamila, Yasmin. Atiende su tía. Llora del otro lado. Está asustada. Alguien llama a tu casa a las 6 de la mañana para contarte tremendo cuento. Que encontraste a su sobrina tirada en la calle. Desnuda. Que no se acuerda nada. Llora más del otro lado. Yas es Julia en realidad, Yasmín se llama Julia o su familia le dice Yasmin Julia. No parece lastimada, trato, inútilmente de tranquilizarla. Le doy la dirección del hospital. Ya vienen, ya van. Gracias me dice. Cortamos.

Nunca he sentido más impotencia en toda mi vida.

Subo, le cuento a la médica lo ocurrido en farmacia y me dice que ella se encarga con alguna enfermera. ¿Dónde habrán quedados los sellos? Yas sigue catatónica. En shock. La médica me pide que me retire, que la va a revisar. Ella se queda acá internada.

Salgo y el policía me toma los datos. Mi amigo llega a buscarme. Volvemos caminando a casa. Nunca me he sentido más triste en mi vida. Y no hay nada, nada que ningún activismo, ninguna militancia, ninguna experiencia práctica, ningún afín pueda darme en estos casos para no sentir el asco total, la total y absoluta repugnancia por la raza de los seres humanos de la que hoy quiero desertar más que nunca.
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*más sobre Leo acá -> Diario de Leonor Silvestri

15 mayo 2010

Oleaje

Camila levantó lentamente su cabeza sobre la cama hasta alcanzar el borde de la ventana. Su mirada purpúrea divisó la pequeña figura de Luis acercándose con su caminar pausado; llevaba una sandía bajo un brazo y con el otro sostenía un recipiente lleno de agua fresca de pozo. Volvió a recostar su cabeza esbozando una sonrisa de alivio, Luchito volvía a ser el de antes, siempre tan activo.

Dos años atrás Camila estuvo a punto de ser la señora de Hernández; la boda estaba en su punto, los invitados ansiosos, el servicio contratado, el párroco dando talleres de sexo prematrimonial, la vecina contábale la buena nueva a su respectiva vecina; todo estaba listo, o casi todo.
Luis Hernández -Luchito para las amistades- laboraba como cajero en un supermercado. Todos los días su rutina laboral se desarrollaba invariable, hasta que cierta mañana de primavera cinco o seis sujetos asaltaron su lugar de trabajo. Luchito fue impactado en un brazo por una bala perdida proveniente del arma del guardia del establecimiento. Casi pierde la mano izquierda. La empresa lo despidió a él y al guardia para evitar cualquier perjuicio legal posterior. Nunca recibieron indemnización ni beneficio alguno.
Tres meses transcurrieron hasta que un inicio de gangrena lo llevó de nuevo al hospital, la primera noche ardía en fiebre; la segunda, su transpiración le hacía parecer que nadaba sobre la cama; la tercera, no despertó más. Su estado febril y la fuerte infección sumados a una desfavorable reacción a los corticoides le indujo un paro cardio-respiratorio que lo dejó en coma por los siguientes diecinueve meses.

La fruta fresca por las mañanas es el mejor aliciente para un día que pinta grisáceas las olas. Camila tenía pensado contarle a Luchito de su reciente embarazo pero primero quería disfrutar del desayuno con su amado. A los dos les gustaba discutir de religión, política y deportes, los tópicos prohibidos, como les decían. Camila era agnóstica, liberal e hincha del equipo blanco; Lucho se decantaba por la anarquía, el tao y coreaba los goles de los azules.
Terminó el desayuno y Camila no se decidía por hacer partícipe a Lucho de la alegría que su vientre cobijaba. Se dijo que del almuerzo no pasaba y aunque bien podía hacerlo ahora mismo, había algo que la detenía, un cierto temor que la hacía retener las palabras en su boca. Mientras tanto, Luis agarró su pantaloneta y su tabla y bajó sin detenerse la colina donde se asentaba su casa hasta que sus pies tocaron la arena fresca.

Luego de los desesperados meses que ambos pasaron en la cama de un hospital, Luis en coma y Camila aguardando su despertar, decidieron mudarse a una rústica cabaña que él había estado construyendo desde hacía algún tiempo en una remota isla frente a las costas de Playa Venecia. Aun le hacían falta muchos arreglos pero ya era habitable. Debido a su ubicación, solo se podía llegar a ella en bote y eso, más que preocupar a los recién llegados, los alegraba. Poco a poco fueron terminando de constuir su morada, instalaron puertas y ventanas y un pequeño huerto para permacultura que fue para Camila un sueño hecho realidad. La isla estaba rodeada por acantilados arenosos y en la punta norte sobresalía una saliente de roca y coral que era el lugar favorito para Luchito, no por la belleza de la flora y fauna marina en esas aguas cristalinas sino porque alli se formaba un pointbreak que él consideraba único en toda la región, y lo mejor era que solamente él corría esos pequeños milagros que eran las olas que allí se formaban.

Camila y Luis nunca más regresaron a la ciudad, no les quedaban parientes vivos a quienes extrañar, y a pesar que los víveres que llegaron con ellos se habían agotado hace mucho tiempo, el huerto funcionaba a las mil maravillas y aunque sí habían notado ligeros cambios en su contextura, ellos no se preocupaban porque se sentían fuertes, vivos y más ágiles que nunca antes.

Más o menos cerca del mediodía Camila encontró una nota sobre la mesa del comedor, era Luchito que decía, Llevas niños pegados a la comisura de tus labios, tus dientes de azúcar calman la sed de los diabéticos y las franjas de tu frente relucen tu impaciencia. Tus cuatro extremidades te separan un lugar en el paraíso, la concavidad de tu cuerpo te hace dueña del placer y tus ojos lilas trazan sendas a través del fango. En cambio yo.. yo soy un poco torpe, soy el hombre más feliz del mundo solo que no soy hombre ni soy feliz, la felicidad es una opción y yo agoté mis posibilidades, ahora no me queda más que recuperar mi infierno y convertirme en rey de mis tormentos, me sumergiré como una gota feliz en el océano divino, y si te escribo todo esto no es por alguna desviación necrofetichista que desconozcas de mí, sino porque te amo más que a este hermoso momento de mi determinación individual. Sé que comprenderás esto que hago, ya lo hemos hablado y confío en tu alma de princesa libre. Te dejo porque el oleaje está en su punto y ya sabes cuánto y con qué ansias he esperado esta corriente sureña. Besos.

Los dos habitantes de la isla nunca sintieron el deseo de volver al contacto con la ciudad. Tenían todo lo que querían y más de lo que podían necesitar. Sin embargo, secretamente, Camila percibía en Luis una cierta aversión por la vida, claro que él siempre había sido así pero ahora que vivían volcados en su existencia no entendía cómo él transpiraba desilusión. Nunca fue capaz de decírselo, ni siquiera podía estructurar en su pensamiento lo que de Luis percibía y calló sus sentimientos porque muy profundamente ella sabía que lo entendía, que era la otra la que no quería hacerlo, podía pero no quería.

Camila soltó la nota y no le bastaron las manos para secar sus lágrimas, no entendía cómo Luchito podía hacer eso en tal momento de sus vidas. Sus rodillas se doblaron de la pena y fue entonces que contempló las letras al reverso de la nota, Camila, yo sé que esto te parecerá irracional pero lo hago por tu bien y el de nuestro hijo, si, lo sé, y no me preguntes cómo. Él no puede crecer con un padre desencantado, y tú eres luz suficiente como para iluminar esta isla. Camila corrió hacia la ventana y vio a Lucho deslizándose por entre las olas. A pesar de las torrenciales y gruesas lágrimas no pudo más que sonreír y verlo partir. Las olas, efímeras como la existencia humana, llegaron y se marcharon, llevándose a Luis lejos de esta civilización enferma. Una nube lila dejó su rastro sobre la isla, Camila vio las aguas transformarse en sempiterna calma y sintió que todo se iluminaba con una luz concéntrica de la que ella era la fuente. Sentía que Luis disfrutaba su instante de libertad y que alli en la cabaña donde se encontraba su futuro estaba asegurado, para ella y para su hijo.

12 mayo 2010

El barco de los locos (Theodore Kaczinsky)

Erase una vez un barco dirigido por un capitán y su tripulación, tan vanidosos de sus habilidades para dirigirlo, tan llenos de arrogancia y tan creídamente superiores, que se volvieron locos. Pusieron rumbo al norte, llegando tan lejos que empezaron a encontrarse con icebergs y casquetes polares, pero continuaron navegando siempre hacia el norte, hacia aguas cada vez más y más peligrosas, con el único objetivo de tener la oportunidad de alcanzar hazañas marítimas lo más brillantes posibles.

El barco iba alcanzando latitudes cada vez más elevadas, al tiempo que aumentaban las incomodidades de los pasajeros y la tripulación. Se empezaron a quejar de sus condiciones de vida.

¡Que el diablo me lleve! exclamó alguien de la tripulación, si no es el peor viaje que jamás haya hecho. El puente está cubierto de hielo. Cuando estoy de guardia, el viento atraviesa mi ropa como un cuchillo; cada vez que tengo que izar las velas, por poco me congelo los dedos; y todo para ganar unos miserables 5 chelines al mes!.

¡Pues no os quejéis tanto! dijo una pasajera. Yo no puedo pegar ojo en toda la noche por culpa del frío. En este barco, las mujeres no tenemos tantas mantas como los hombres. ¡No es justo!

Un mexicano hizo coro:

¡Chingado! No gano más que la mitad del salario mínimo de un marinero anglosajón. Para sobrellevar este clima extremo, nos hace falta una buena alimentación y no llego al mínimo exigible; los anglosajones reciben mayor ración. Y lo peor de todo, es que los oficiales nos dan siempre las órdenes en inglés en lugar de hacerlo en español.

Pues yo tengo mayor razón aun para quejarme, dijo un marino indio. Si los rostro-pálidos no hubieran arrebatado la tierra de mis ancestros, jamás me hallaría en este barco, en medio de icebergs y vientos árticos. Estaría navegando simplemente en canoa, atravesando algún apacible lago. Merezco una compensación. Que al menos el capitán del barco me deje organizar timbas para que pueda sacar algo de dinero extra.

El capataz tampoco tenía pelos en la lengua:

Ayer, el segundo de abordo me llamó "maricón" porque decía que me gustaba chaparla. ¡Tengo el derecho a chuparla sin que me califiquen por eso!.

No son solo humanas las únicas criaturas que sufren maltrato en este barco, añadió un defensor de los animales entre los pasajeros, su voz temblaba de indignación. "¡La semana pasada vi al tercero de abordo patear al perro por dos veces!".

Uno de los pasajeros era un profesor universitario. Apretando sus puños exclamó:

"¡Todo esto es horrible! ¡Es inmoral! ¡Es racismo, sexismo, especismo, homofobia, y explotación de la clase obrera! ¡Es discriminatorio! ¡Debemos luchar por la justicia social: igualar salarios para el marinero mexicano, mayores salarios para toda la tripulación, compensaciones para el indio, igual número de mantas para las señoras, garantismo para chuparla y que se deje de patear al perro!".

"¡Si, si!" gritaron los pasajeros. ¡Si, si! gritó la tripulación!. ¡Basta de discriminación! ¡Exijamos nuestros derechos!.

El grumete aclaró su garganta:

"Ejem. Todos tenéis buenas razones para quejaros. Pero creo que lo que realmente debemos hacer es virar en redondo este barco y volver hacia el sur, porque si seguimos hacia el norte es seguro que tarde o temprano nos hundiremos, y con el barco se hundirán vuestros salarios, vuestras mantas, y vuestro derecho a chuparla no os servirá de alivio, porque estaremos todos ahogados."

Pero nadie le prestó atención, porque no era más que el grumete.

El capitán y el resto de oficiales de la tripulación, desde su puesto en el puente de mando, habían estado observando y escuchando. Se sonreían y guiñaban entre si, y a indicación del capitán, el tercero de a bordo bajó del puente de mando, y cruzó hacia el lugar en donde pasajeros y tripulación se reunían, abriéndose paso entre ellos. Con rostro circunspecto habló de esta forma:

"Nosotros los oficiales debemos admitir que algunas cosas del todo inexcusables han venido sucediendo en este barco. No nos dimos cuenta de la verdadera situación hasta que escuchamos vuestras quejas. Somos hombres de bien y queremos actuar en consecuencia. Pero, bueno, el capitán es bastante conservador y chapado a la antigua, y quizás tenga que ser presionado algo más antes de que tome alguna medida concreta. Mi opinión personal es que si protestáis con más fuerza ,pero siempre pacíficamente y sin violar ninguna de las normas del barco, podréis sacar al capitán de su inercia y forzarle a tomar en consideración los problemas que tan justamente reclamáis.

Habiendo dicho esto, el tercero de a bordo volvió hacia el puente de mando. Según se iba, los pasajeros y la tripulación le tildaban de "¡moderado! ¡reformista! ¡liberal! ¡hombre de paja!. Sin embargo acabaron actuando según sus indicaciones. Se reunieron como una piña ante el puente de mando, gritaron insultos a los oficiales, y exigieron sus derechos. "Quiero mayor salario y mejores condiciones de trabajo", gritó el marinero. "Igual número de mantas para las mujeres" gritó la pasajera. "Quiero recibir mis órdenes en español" gritó el marinero mexicano. "Quiero el derecho a organizar timbas", gritaba el marinero indio. "No quiero que me llamen maricón" gritó el capataz. "No más patadas al perro" gritó el defensor de los animales. "Revolución ahora" gritó el profesor.

El capitán y los oficiales se reunieron en privado y discutieron durante un tiempo, sin dejar de guiñarse, asentir y reírse entre ellos todo el rato. Entonces el capitán se dirigió hacia la cubierta del puesto del mando y, dando muestras de gran benevolencia, anunció que el salario de los marinos se elevarían hasta los seis chelines al mes; que el salario de los marineros mexicanos se elevarían hasta los dos tercios del salario de los marineros anglosajones, y que las órdenes para recoger las velas se darían en español; las pasajeras recibirán una manta más; el marino indio tendría el derecho a organizar timbas los sábados por la noche; el capataz dejará de ser calificado de maricón mientras mantenga su afición a chuparla en privado; y al perro no se le darán patadas a no ser que haga algo realmente punible, como robar alimentos de la despensa.

Los pasajeros y la tripulación celebraron con gozo estas conquistas como una gran victoria, pero a la mañana siguiente, todos volvían a estar insatisfechos.

"Seis chelines al mes es una miseria, y todavía se me congelan los dedos cuando tengo que recoger las velas" gruñó el veterano marinero. "Sigo sin recibir el mismo salario que mis colegas anglosajones, o suficiente comida para este clima" dijo el marino mexicano. "Las mujeres seguimos sin tener suficientes mantas para mantenernos calientes" dijo la pasajera. El resto de miembros de la tripulación y los pasajeros vociferaban el mismo tipo de quejas, y el profesor les animaba.

Cuando ya todos habían hablado lo suyo, el grumete alzó su voz -más alto esta vez para que esta vez nadie pudiera ignorarle:

"Es realmente terrible que el perro reciba puntapiés porque robe chuscos de pan de la despensa, y que las mujeres no tengan el mismo número de mantas que los hombres, y que marinos tan veteranos tengan sus dedos helados, y tampoco entiendo por qué
el capataz no va a poder chuparla si le gusta. ¡Pero mirad qué grandes son los icebergs ahora y como el viento viene cada vez más fuerte y helado!. ¡Debemos hacer que este barco de vuelta hacia el sur, ya que si seguimos hacia el norte, nos hundiremos y nos ahogaremos!"

"Por supuesto, respondió el capataz, es horrible que tengamos que seguir dirigiéndonos hacia el norte. ¿Pero por qué debo seguir chupándola en los servicios? ¿Por qué me tienen que llamar maricón? ¿No puedo ser como los demás?"

"Navegar hacia el norte es terrible" dijo la pasajera. "¿Pero no te das cuenta? Es por eso exactamente por lo que las mujeres necesitamos más mantas para no tener frío. ¡Exijo el mismo número de mantas para las mujeres ya!"

"Ciertamente" replicó el profesor, "que navegar rumbo norte supone mucho esfuerzo por parte de todos. Pero cambiar el rumbo hacia el sur sería irrealista. No puedes ir hacia atrás en el tiempo. Debemos encontrar una forma sensata de salir de esta situación".

"Mirad", añadió el grumete, "si mantenemos a estos locos en el puente de mando, acabaremos todos ahogados. Si lográsemos que el barco esté fuera de peligro, entonces podremos preocuparnos de las condiciones de trabajo, mantas para las mujeres y el derecho a chuparla. Pero lo primero es conseguir que el barco vire en redondo. Si nos unimos unos pocos de entre nosotros, planeamos algo con coraje, nos salvaremos todos. No necesitamos a muchos, con seis u ocho basta. Tomaríamos el mando del timón, tiraríamos a estos lunáticos por la borda, y volveríamos hacia el sur". El profesor elevó su expresión y dijo seriamente, "no creo en la violencia. Es inmoral".

"Nunca es bueno usar la violencia" añadió el capataz.

"Me da miedo el uso de la violencia" dijo por su parte la pasajera.

El capitán y los oficiales habían estado escuchando y observándolo todo. A la señal del capitán, el tercero de a bordo bajó de nuevo hacia la cubierta principal y se juntó con los pasajeros y la tripulación diciéndoles que todavía había muchos problemas en el barco.

"Hemos hecho grandes progresos" dijo, "pero aun nos queda mucho por hacer. Las condiciones laborales del veterano marinero son aun duras, el marino mexicano sigue sin recibir la misma paga que los anglosajones, las mujeres aun no disponen del mismo número de mantas que los hombres, la timba organizada por el indio es una miserable compensación por la pérdida de sus tierras, es injusto que el capataz siga teniendo que chuparla en el baño, y el perro recibe de vez en cuando alguna patada."

"Pienso que el capitán necesita mayor presión. Creo que lo conveniente sería que volvierais a manifestaros, eso si, pacíficamente".Según volvía el tercero de a bordo hacia el puente de mando, los pasajeros y la tripulación le insultaron, pero sin embargo hicieron lo que les había recomendado y se reunieron frente al puente de mando para volver a manifestarse. Chillaban encolerizados y alzaban los puños, incluso llegaron a tirar un huevo podrido al capitán, que esquivó habilidosamente.

Tras escuchar sus quejas, el capitán y los oficiales se reunieron para debatir en común, y no pararon de guiñarse los ojos y sonreírse en complicidad. Entonces el capitán se dirigió a la cubierta del puesto de mando y anunció que el marino veterano dispondría de guantes para que no se le helaran los dedos, el marinero mexicano recibiría una paga de tres cuartas partes de la de un marinero anglosajón, las mujeres recibirían otra manta adicional, el marinero indio podría organizar timbas los sábados y domingos noche, el capataz tendría el derecho a chuparla públicamente a partir de que anocheciera, y nadie patearía al perro sin el permiso expreso del capitán.

Los pasajeros y la tripulación estaban extasiados con esta victoria revolucionaria, pero a la mañana siguiente estaban de nuevo descontentos y empezaban a quejarse de las mismas duras condiciones.

El grumete por su parte se enfandó gravemente.

"¡Sois una pandilla de idiotas!"gritó. "¿No veis lo que están haciendo el capitán y los oficiales? Os mantienen ocupados con reivindicaciones triviales sobre mantas y salarios y perros que son pateados para que no pensemos en lo que de verdad va mal en este barco, que si seguimos dirigiéndonos hacia el norte acabaremos todos ahogados. Si tan solo unos pocos de entre vosotros volvierais en razón, os juntáseis y echarais a los que dirigen el timón, podríamos hacer virar el barco y salvarnos. Pero lo único que hacéis es reñir sobre nimiedades como las condiciones laborales, juegos de timba y el derecho a chuparla."

Los pasajeros y la tripulación se indignaron.

"¡Nimiedades!"gritó el mexicano, "¿Crees que es razonable que solo consiga las tres cuartas partes del salario de un marino anglosajón? ¿Eso es nimio?".

"¿Cómo puedes llamar a mi discriminación trivial?" gritó el capataz. "No sabes lo humillante que es que te llamen maricón?"

"¡Patear al perro no es una nimiedad!" gritó el defensor de los animales. "¡Es bárbaro, cruel y brutal!"

"Está bien", respondió el grumete. "Estos asuntos no son nimios ni triviales. Patear al perro es cruel y brutal y es humillante que te llamen maricón. Pero en comparación con nuestro problema real, en comparación con el hecho de que el barco sigue dirigiéndose hacia el norte, vuestras reivindicaciones son nimias y triviales, porque si no conseguimos que el barco cambie de rumbo pronto, vamos a morir todos ahogados.

"¡Fascista!" dijo el profesor.

"¡Contrarevolucionario!" dijo la pasajera. Y todos los pasajeros y tripulacion hicieron coro uno después de otro, llamando al grumete fascista y contrarevolucionario. Lo apartaron y volvieron a discutir sobre salarios, sobre mantas para mujeres, sobre el derecho a chuparla o sobre como se trataba al perro. El barco siguió navegando hacia el norte, y después de un tiempo se estrelló entre dos icebergs y todos se ahogaron.

28 abril 2010

Decondicionamiento o Cómo recuperar el arte de la locura sin perder un solo cabello

¿Por qué tan lejos de los dioses? Quizá por preguntarlo. ¿Y qué? El hombre es el animal que pregunta. El día en que verdaderamente sepamos preguntar, habrá diálogo. Por ahora las preguntas nos alejan vertiginosamente de las respuestas. ¿Qué epifanía podemos esperar si nos estamos ahogando en la más falsa de las libertades, la dialéctica judeo-cristiana? Nos hace falta un Novum Organum de verdad, hay que abrir de par en par las ventanas y tirar todo a la calle, pero sobre todo hay que tirar también la ventana, y nosotros con ella. Es la muerte, o salir volando. Hay que hacerlo, de alguna manera hay que hacerlo. Tener el valor de entrar en mitad de las fiestas y poner sobre la cabeza de la relampagueante dueña de casa un hermoso sapo verde, regalo de la noche, y asistir sin horror a la venganza de los lacayos.

Julio Cortázar, Rayuela, capítulo 147; extraído de Tratados en La Habana, de José Lezama Lima.

26 abril 2010

Noche/Día

Cada trazo y cada camino
que terminamos recorriendo
despiden ecos de algo distinto,
que se quedan grabados
como serpientes en la arena
silenciosas y a su vez van dejando huellas,
huellas que permanecen grabadas en cemento
grabadas en la memoria
sigilosas para aparecer en los momentos más inesperados
un cuento
-un corazón
--un cerebro
Una materia prima para crear algo nuevo
que finalmente después de cierto tiempo será
abandonado
-olvidado
--sepultado
Abajo de los nuevos palacios que vienen y desbancan
los suelos viejos que existían ahí antes que ellos
y estos a su vez desbancan a los demás
y formando olas y desfiguros
se vuelven muy difíciles de arreglar
Algo más que es difícil es encontrar los pasados
que queremos componer,
tanta pintura sobre la fachada desgastada
impide y modifica la respiración del animal,
esa bestia sagrada que cambia para siempre
y muy rara vez dormita.
-
Nada nos garantiza que tendremos lo que tenemos
nada nos garantiza una vida segura
tampoco sabremos si tendremos pensamientos
que llevan a una espiritualidad iluminada
Nada nos garantiza la paz,
pienso en que no somos dueños de lo que ya logramos
nada nos garantiza que seguiremos siendo los mismos
pero siempre tendremos las huellas
esas huellas para recordarnos
de dónde y por qué venimos hasta aquí.

25 abril 2010

Domingo



Tengo ganas de vivir, toma un pedazo de mi.
Omar Rodriguez-Lopez
-
La vida de Julieta García cambió para siempre en el transcurso de una semana, dos incidentes que rozaron los límites de la razón y la lucidez transformaron sus días al punto de bifurcar el recorrido de su existencia. El primer suceso fue la muerte del campeón de box Junior Canales, quien fue encontrado en la celda de la prisión federal donde se hallaba recluido colgando de una viga; el segundo fue la tentativa de suicidio de su vecino Ramón Valdez, joven estudiante de periodismo y de quien no se tenía mayor conocimiento, tampoco de sus familiares, si es que los tenía porque nunca nadie fue a visitarlo a la clínica, solamente una persona.
El mismo día del funeral del Campeón, el cuerpo de Ramón Valdez fue encontrado en su departamento totalmente inconsciente, rodeado de un gran charco de sangre viscosa y hasta cierto punto nauseabunda; el flujo de la sangre se remontaba hasta sus brazos, donde se podía ver un gran surco donde se presumió había sido la incisión del cuchillo, cuchillo que descansaba sobre su pecho. Quien encontró a Ramón fue el repartidor de agua, había subido esperando una venta y lo que ganó fue una desagradable sorpresa; Ramón había dejado la puerta principal abierta y su cuerpo era fácilmente visible a través de la malla metálica de la segunda puerta. El repartidor, habitante de un barrio periférico y conocedor de situaciones extremas como la que se hallaba frente a sus ojos, decidió no acercarse más y llamar a la policía; en un segundo escrutinio se alegró de que la segunda puerta tenga un seguro interno, así él quedaba libre de toda sospecha.
La policía llegó con el médico legista y se llevaron un gran susto al constatar de que Ramón seguía con vida, rápidamente cerraron las heridas de manera provisional y, colócandole una máscara de oxígeno, lo treparon al patrullero. En el hospital los médicos que lo trataron no entendían cómo pudo sobrevivir con tal desangrado, aún así su estado era muy grave y corría el riesgo de un paro cardiorespiratorio en cualquier momento.
Para el día viernes Ramón Valdez había sido trasladado de terapia intensiva a un cuarto de cuidados regulares. Ya comía con relativa normalidad y conversaba tímidamente con las enfermeras y los pacientes a su costado. Fue llevado con el psiquiatra del hospital, quien lo encontró lúcido, despierto y con una agilidez mental por muchos envidiable, no comprendía los motivos del intento de suicidio, sin embargo, le dijo a Ramón que podría regresar a su casa siempre y cuando asista con regularidad a las sesiones que él le había planificado. El doctor que lo trataba también lo vio con mejor semblante, el hemograma corroboraba su percepción y, haciendo caso a la urgencia de camas que atravesaban, le dio el alta para el día lunes; pero Ramón no tenía visitas, ni nadie que lo vaya a ver y firme su salida. El médico se contactó con los policías que dejaron a Ramón Valdez en el hospital y acordó con ellos para que vayan a su vecindario a indagar por sus familiares o en el peor de los casos, algún vecino dadivoso. Pasó el resto del viernes y el sábado entero y nadie llegó.
-
Ramón, Ramoncito, tienes visita -dijo la enfermera con voz baja mientras abría la puerta y encendía la luz- Hasta que al fin se acordaron de ti, eh?
- ...
- Hey, hola Ramoncito
- ...
-
En ese instante Ramón Valdez sintió que todo este tiempo no había sido más que un sueño celestial, que había muerto y Dios le estaba jugando una mala broma.
-
- ¿Si me recuerdas? Soy tu vecina, Julieta
- eh.. claro.. sé quién eres.
-
Esa mañana Julieta y su familia, al llegar de Playa Venecia, fueron recibidos por dos agentes de policía que muy amablemente solicitaron hablar con ellos. Les dijeron que su vecino había sido encontrado en muy mal estado y ahora se encontraba en el hospital Luis Vernaza sin nadie que vele por él y, además de alguien que firme su salida, Ramón Valdez necesitaba compañía y un fuerte apoyo para su recuperación. El papá de Julieta dijo que no le interesaba la vida de ese vago, que lo tenía bien merecido; su madre se mostró un poco más comprensiva pero igual de negativa en cuanto a ofrecerse para ir a ver a Ramón. Solo Julieta García se interesó por él, y aun sin la aceptación de sus padres se dirigió al hospital en su vehículo, escoltada por el patrullero.
-
- Mira, sé que esto debe ser muy extraño para ti pero me acabo de enterar de lo que te pasó y vine para acá sin pensarlo, incluso yo no entiendo bien por qué vine
- No tienes por qué pensarlo, estás aquí porque eres buena de corazón.. Me cuesta admitirlo pero soy tan antisocial que nadie vino a verme, ni siquiera a ver si ya había muerto jeje
- Eres demasiado trágico contigo mismo Ramón, pero ahora tienes a una amiga que cuide de ti
- Gracias por el gesto, me da gusto saberlo
- ...
- ...
- Me gusta cuando haces malabares, eres muy bueno!
- Ah si? nadie me lo había dicho, en el semáforo solo te dan monedas, si es que no te dejan sordo a bocinazos jaja
-
Julieta rio también y agregó- ¿También haces malabares en el semáforo? Qué chevere, algún día quisiera ir a verte
-
- Ya bacán, de una, un día de estos te llevo.
-
Y así pasaron horas y horas, Ramón y Julieta no se cansaron de hablar de lo humano y lo divino, como se suele decir. Sin darse cuenta el lunes se colaba por la ventana pero los dos seguían muy enfrascados en su conversación.
-
- Me caes bien Julieta, y pensar que nunca me atreví a hablarte
- ¿Y crees que no lo había notado? siempre intentabas cruzar una mirada conmigo, pero yo tampoco me atreví a intercambiar palabras
- Qué extraño jaja
- ¿Qué es extraño?
- Esto, todo esto, me da risa que nunca soy capaz de terminar mis proyectos y aún asi concluyen de alguna manera, aunque con resultados imprevistos
- No entiendo Ramón, explícame
- Verás, este asunto del suicidio fue un proyecto más en mi vida, y como bien sabes fracasé una vez más, pero llegaste tú y todo cambió
- Oh, ya veo.. si, es raro, pero es que no puedes echar todos tus anhelos como recta fugaz
- Lo sé, pero es que yo no tenía anhelos..
- ...
- ...
- Yo te quiero, amigo
- Y en el final nos ganan los recuerdos, cuánto amor se escurre entre mis dedos
- ¿Ah?
- Es una canción, muy linda por cierto. Yo también te quiero, desde siempre.
-
Sin saberlo, Ramón Valdez y Julieta García vivían sus vidas en constante lucha, sumergiéndose entre lo prohibido y lo vanal terminaron al borde de su capacidad; una circunstancia fatal los unió y juntos al fin, vistieron desafíos. Ella no dejó de surfear más de dos días y él incrementaba semana a semana los objetos que podía manipular o mantener en el aire. Escaparon del mar de asfalto y ahora viven en una playa sin nombre, donde, según ellos mismos, llevan vida de piratas.

24 abril 2010

Sábado



Sábado. Nada de sabático. No ando para sutilezas judeocristianas y lo que quiero es surfear hasta que mis brazos sientan que se desprenden de mi tronco. Suerte que la marea está alta, remo sin parar hasta pasar una, dos, tres olas y me detengo justo donde nace la cuarta, la paso por lo alto deslizándome suavemente y con la misma suavidad me asiento sobre la superficie del mar. Me siento en la tabla y espero el siguiente set.
El sol de las cuatro de la tarde no podría iluminar más esta tierra de humanos, su reflejo sobre mi tabla espanta a las gaviotas y de vez en cuando rebota hacia mis ojos. Allí viene naciendo una buena, empiezo a remar con todas mis fuerzas y cuando estoy por encima, a patalear hasta que desciendo a toda velocidad, me paro y monto la ola primero con delicadeza y precaución y luego con firmeza y algo de agresividad. Salto sobre la ola y caigo del otro lado, exhausta pero contenta, y vuelvo a remar. Hago esto por más de dos horas, ida y vuelta, siento como mi piel va bronceándose y mis labios secándose pero no me detengo, para esto vine y de acá no me muevo si no es sobre mi tabla.
El sol cae sin más remedio y veo a mi padre hacerme señas para que salga del agua. Lo hago de mala gana aunque ya la marea estaba de bajada y a menos que quiera mi propia escena de Pointbreak ya tenía que ir saliendo tarde o temprano. Mis padres y yo nos quedaremos esta noche en Playa Venecia y mañana regresaremos a la ciudad. Salimos a comer algo al centro y por todas partes, en cada tienda o restaurant por el que pasamos vemos a la gente pegada al televisor, lo cual sería una buena seña del alienamiento cultural de nuestra sociedad para cualquier investigador, pero hoy no es esa la motivación, se trata del Campeón Junior Canales, transmitían un amplio documental con entrevistas al famoso boxeador y a su familia, y una conversación inédita que sostuvo con un periodista la tarde antes a su muerte.
Lo había olvidado, las olas me hicieron olvidar a mi Junior, fue bueno por un instante pero ahora vuelvo a pensar en él y no hago más que entristecerme. Mis padres también, el pueblo entero se entristece. Junior Canales fue más que un héroe para esta nación, fue un símbolo de lucha, nunca se dejó vencer.
-
Julieta, ya ven mija que se te enfría lo que pediste, ya olvídate por un momento de ese asunto y ven a comer, Ya mamá ya voy no tienes por qué gritarme, ya ya me senté, contenta? Ay mija no te pongas de ese genio que vinimos a la playa para desestresarnos, no para volver aun más tensos.. Y por cierto, ya quiero que me prepares tu hoja de vida para que tu padre vaya hable con sus amigos en La Bananera, aver si ya empiezas a hacer prácticas aunque sea, que de alguna manera se tiene que empezar, porque nosotros ya no estamos como para mantenerte toda la vida, tú ya eres una muchacha grande hecha y derecha, te hemos educado de la mejor manera y ya es tiempo de que te hagas valer por ti misma, Ya mamá ya, está bien, pero no me empieces con tus sermones justo hoy, Pero mija tienes que ya empezar a despabilarte, no puedes ser la misma niña por siempre, ya hablaremos de esto el lunes, ahora come.
-
No sé por qué me está viniendo este pensamiento a mi cabeza, Ramón, Ramoncito, sé que no lo conozco a pesar que sea mi vecino pero estos días no he dejado de pensar en él cada vez que me acuerdo de mi Junior. No sé por qué pero me parece que él tiene algo que decirme cada vez que nos topamos, pero nunca se acerca, ni siquiera un hola al pasar, ni una mirada suspicaz. Mañana que regresamos veré si lo saludo o algo.

23 abril 2010

Viernes



Nunca debí haber salido de mi tierra, solo fue un dia, cierto, pero me siento como esos manes que se van pa España y no regresan sino a los diez años, o no regresan nunca quies lo peor. Por suerte me lo encontré al jovencito ese que miayudó con el pasaje de vuelta, sino todavía estuviera por allá en el centro sin saber qué hacer, disimulando la montubiada porque sino esos guayacos hijoputas de una me hubieran bajado por ahi, y a pesar que soy moreno, esos hijueputas no aguantan paro.
Yo, es decir Candelario Blackman, nací en Esmeraldas al igual que mi padre y el padre de mi padre, justo después que mi bisabuelo vino desde Jamaica junto a otro grupo de obreros a construir el ferrocarril, y al igual que todos allá me ganaba la vida vendiendo la cocada que prepara Severina, mi mujer, o ayudándolo al cholo Macías cuando la pesca estaba buena, cosa que era muy de repente, ustedes sabrán, con esa fábrica atunera se acabó el pescado chico que es el que nosotros los pobres vendemos en el mercado de San Lorenzo. Nosotros los pobres, los payasos, allá los dueños del circo son los que no trabajan, los que guían nuestra vida tras un escritorio. Talvez se pregunten cómo es queste negro bruto les habla tan bonito, y hasta profundo, pues este negro fue a la escuela y al colegio, aunque numás hasta cuarto año pero me gustaba estudiar y leer, tenía buenos maestros, eran gringos pero hablaban español mejor que muchos esmeraldeños, sabían harto y me prestaban sus libros y yo me pasaba todo el día sentadote leyendo hasta que mi papá me llamaba a que lo ayude recogiendo las herramientas y cerrando la bodega, luego a acompañar a mi madre al Nocturno, a vender ahi afuerita, a los pelados que salían con hambre a esa hora.
Viajé al Guayas acompañando a mi compadre El flaco, el man venía a ver a la jeva que andaba de doméstica allá en una mansión por Samborondón, así que nos despedimos antes de llegar a Guayaquil. Antes de bajarse me deseó suerte y aunque le parecía que allá en nuestra tierra todo era mejor (aunque no haiga plata), pero que siempre es bueno hacer algo para el bienestar de la familia. Llegué al terminal y recordando lo que me dijo el Cholo Macías cogí el colectivo que me llevó al sur, a la fábrica y bodega de La Bananera, allá tenía que encontrarme con el primo del Cholo, Manuel, y aver qué salía, si nos cogían pa el laburo.
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Me fui a ver pasar la vida al malecón, no encuentro mejor lugar para poner en práctica mis lecturas diarias de post-modernismo, pasando por Hakim Bey y Bob Black, hasta algo de situacionismo sesentayochino. Me gusta sentarme de espaldas al río, para ver al otro río, el de gente, de ganado, de ropa con piernas. Me gusta observarlos, ir y venir, y prometerme nunca ser así, como ellos. No entiendo ese desangro mental que tienen todos para con los fines de semana, talvez porque para mí todos los días son diferentes, o porque no confío en los días y su engañoso progreso, porque para mí un lunes es de farra y viernes es de meditación.
Fue entonces cuando lo vi, un moreno muy alto y desgarbado se acercó y se sentó a mi lado. Vio hacia ambos lados varias veces hasta que se decidió a pedirme un cigarrillo. Se lo pasé y aproveché para hacerle conversa. Me dijo que no entendía cómo la gente se queja de que nuay plata y aun asi todos salen a pasear en viernes, de cómo se quejan del gobierno y sin el subsidio a la gasolina no podrían manejar semejantes carrazos. Me sorprendió, no tuve más que darle la razón, que yo estaba ahí por lo mismo, viendo la gente pasar sin entender lo que hacían.
Dos cigarrillos más y me confesó que la noche anterior había estado comiendo pescado con Severina, su mujer, antes de venirse a la 'gran ciudad' a buscar camello. De cómo en La Bananera lo habían hecho romperse el lomo todo el día a cambio de un plato de arroz frío y sopudo; al primo de su amigo lo habían montado en un camión, dizque para apoyar al dueño de la empresa que andaba de político. Ni enterado yo.
Le dije a Candelario que regrese a su tierra y cuide de su familia, que no necesita más que eso. Concordó conmigo, que la verdad no tenía por qué haber venido si allá, aunque a duras penas, lograba sacar pa la comida de su mujer y su hija. Que la escuela era gratis y no tenían mayor gasto. Me dijo que no tenía plata, con mucha vergüenza de su parte, yo le presté sin reparo y hasta le llamé un taxi. Agradecido, no tenía más palabras para mí que 'Dios te pague, Ramón Valdez' y se despidió con un 'Allá en el cielo nadie sabe lo que haces para ayudar así, no cambies muchacho y cuando quieras vente a visitarnos, no tenemos mucho qué ofrecer pero somos honestos. Solo sonreí y lo dejé ir con un fuerte apretón de manos'.
Regresé a mi casa con una sonrisa en mi rostro que no se borraba, y aunque lo había prometido, en ningún momento de mi encuentro con Candelario recordé la promesa que le hice a ella. Lo serio de mi honestidad me hace sonreír.

22 abril 2010

Jueves



Well I don't write better when I'm stuck in the ground.
All that I do is wait for you.
Julian Casablancas
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No hay mejor medicina para cualquier enfermedad del cuerpo, del corazón o la mente, que un solo de guitarra bien mandado, a todo volumen y si es posible un air guitarazo y un headbanging desenfrenado, terminando con un stage-diving sobre el sofá. Después de esto es imposible no dejar que una lágrima ruede por tu mejilla, de la felicidad claro, terminar la botella y recostarte a escuchar el outro de la canción.
Me llamo Ram, pero mis padres y los viejos de la facultad me dicen Ramón Valdez (bonito apellido, pero no soy dueño del ingenio azucarero). Estudio periodismo por una línea que leí en un libro del que no recuerdo su autor, un borracho empedernido, el personaje principal se debatía entre no-hacer-nada o seguir las reglas de su padre y entrar a la universidad, y preguntando cuál es la carrera más fácil se decantó por el periodismo, y así hice yo, llevo dos años de aprender de todo menos de lo que hace un periodista, he aprendido más en un verano en las calles que en 4 semestres en el puto instituto. Sin embargo, ahí estoy, no soy quién para ir en contra de los designios de los padres.
Les hablaba de mi medicina para las enfermedades, pues hoy estoy que me muero, y tras dos botellas de ron puro mis penas no se ahogan, nadan las desgraciadas. Esta mañana me topé con la mujer que me trae loco (al menos estos últimos días, no vayan a creer que soy uno de esos maricotas que se derriten por un culito apretado), la man andaba besuqueándose con el huevón de Nicolás, no me vio, no quise mostrarme y así evitar el desencanto de verla con otro. La vi alejarse y la llamé a su móvil, me contestó y le pregunté que dónde andaba que si quería ir a tomar un café y luego a ver la última de Tarantino, me respondió que qué pena, que andaba en la casa de Sofía y que mejor quedemos para otro día. Puta de mierda, bueeeno nomás atiné a decirle, nos vemos otro día.
No les he hablado de ella, pues no hay mucho que decir, la conocí el otro día en lo de Carlitos, su nombre es Ximena y a veces desearía que yo me llamara Omar Rodriguez-Lopez, aver si así me da bola, pero nada, bien apretada la conchesumadre. La verdad no sé por qué le doy tantas vueltas al asunto, ni qué fuera tan buena, pero no sé, tienen un no se qué demasiado atrayente para mi, no hemos salido más de cinco o seis veces, pero el tiempo con ella es otra cosa, y sé que ella siente igual aunque no lo demuestra, creo que porque no quiere mostrarse tan fácil.
Cambio de canción, cambio de género, cambio de época, los Strokes siempre fueron buenos para un desmadre, quitarse las penas con himnos de tres minutos, decir lo que es, gritárselo a Julian detrás del reproductor de música, en dónde estarás, I can't get along with all your friends, don't know how to act, don't know what to say, podría pasar la vida con ella, con ella sola, para mí y nuestro momento, detesto cuando tiene que meter a sus amigas en esto. Termino otra botella, a mi ritmo, a las tres de la mañana y comiendo solo, desinfectándome.
No es fácil recordar promesas, ni siquiera cuando de eso depende tu estado mental por el resto de tus días, y no hablo de dejar de hacerme la paja o empezar un regímen de ejercicios para fortalecer los músculos bíceps, sino de aquellas promesas que me hice hace mucho tiempo de morir joven, escribir hasta que mi pluma sangre, no olvidar los semáforos y los juegos, dejar de ver programas matinales en la tele, no tener oficio ni beneficio y leer hasta agotar bibliotecas enteras. No es fácil recordar promesas, en donde estaré. Ramón Valdez, muerto de un disparo en la sien, atropellado por la metrovía, asesinado por sicarios inidentificados, descuartizado por un psicópata pedófilo, todas las maneras de morir ya me las sé, todas las disfruté, que es lo peor, o lo mejor si se pusieran en mi mente en días como este.
Empieza un jueves, lo sé porque es mi cumpleaños, empieza y termina entre espacios de color violeta, nace y muere entre un amanecer y un ocaso, cual flor. Con una resaca que me impide levantarme, en la desesperación por contestar el teléfono lo arranco de la pared pero sin llegar a colgar la llamada, es Ximena, a decirme que me ha pensado todo el día, que quiere verme, que sí le digo, que mañana en el Mall, allí mismo, hasta entonces, besos. Cuelgo y recuesto mi cabeza sobre mis manos, te vas a la mierda Ximena.
El sol se oculta tras la montaña, el azul del cielo se torna naranja y algunas estrellas ya se dejan vislumbrar, agarro mis clavas y salgo a practicar, son las únicas que no me abandonan. Julieta mira por la ventana, sé que me sonríe en secreto, Esta va por ti.

21 abril 2010

Miércoles



Podría sentarme aquí mismo y pensar un millar de millas más allá. Oye primo vámos a comer algo que ya me aburrió no hacer nada. Sí, al barsito del tío, aver si tiene algun pastelillo. No loco, esa man ya no viene, tranquilo numás. Jeje, pero claro, eso lo hacemos ya mismo, vente que te invito una cola.
Severo trabajo que nos deja la vieja puta esa, qué se habrá creído pues esta huevona que viene nos dice par de pendejadas y se va, y nosotros como la pistola sacándonos la madre por hacerle su huevada de trabajo. Ya loco, yo sé pero igual, me arrecha que la man sea tan de a verga. Toma, te paso el ajisito que está poderoso. Ya? terminaste? ya pe, vamonoh.. ¡Gracia Tío!
Siempre me bloqueo en el momento exacto en el que quiero comenzar un escrito, es tan frustrante, pensar que en todo momento fluyen las ideas, poemas magníficos, cuentos de trama inexpugnable, pero justo al momento de escribir, así sea un párrafo cualquiera, se me viene el bloqueo y ahí quedo, con la mente en blanco, vacío. Dos horas me tomó terminar el texto, hora y media para pensarlo y decidirme empezar y media hora para transcribirlo, ja! la mierda.. maldita procrastinación.
No entiendo por qué nunca muchachas como ella están en mis clases, o por qué jamás están a punto de tropezar y yo muy caballerosamente estiro mi mano, las ayudo e iniciamos conversación. Qué linda estás mami, si pudiera decirle 'Por qué no vamos un rato a mi casa, a tomar un cafelito? o mejor acá al centro comercial y damos una vueltica'.. Qué lámpara ese man, demasiado ficha la cara de ese desgraciado, mejor me muevo un poco hacia la puerta, igual ya mismo llego a mi parada. Pero por la puta, por qué siempre va tan llena esta mierda?! Adiós mami, fue tan lindo verte, algún día volveremos a topar.
Mediados de mayo y la lluvia no para, por qué no para? por qué Dios no se lleva su lluvia para el Africa y nos trae esos vientos que matan en el Caribe. No me gusta mojarme y llegar a un lugar donde todos están secos, pero si está lloviendo y ellos qué entienden, si tienen carro y hasta chofer. Ahora toca comprar pan y cola, nu hay nada pa más tarde, qué pereza de caminar, no entiendo como llevo haciendo esto los últimos 264 días, todos iguales, sin descanso. Al menos con música todo es más llevadero, The Mars Volta funciona como nube voladora cuando más cansado estoy, sobretodo cuando escucho la de Cicatriz ESP, que vuelo!, no sé como hay gente que aún sigue escuchando reguetón cuando estos gringos se la rifan.
Ahí está ella, uy no, deja arreglarme el pelo un poco, no vaya creer que soy un descuidado, Está leyendo, qué linda se la ve, voy a subir despacio, así la veo con calma, y ella también. Hola Ramoncito, Hola Julieta cómo le va, pues bien, con calor eso si, Ah pues eso siempre pero ven te invito un helado y se nos pasa el calorcillo. Paso de largo, giro la llave y entro a mi mundo, Julieta García continúa leyendo bajo su portal.

20 abril 2010

Martes



Viste mami que me lo mataron a mi Junior, ¡Ay mijita! no hable peste del campeón, Pero es cierto mami, me lo mataron, me lo mataron esos gringos desgraciados, Basta Julieta, aprieta la lengua y explícame bien todo esto que dices, Que lo mataron mamá, lo acabo de ver aurita en el noticiero.

Esa noche, al llegar a casa, Don Artemio fue recibido por los sollozos de su hija que, al canto de '¡¿Papá supiste?! ¡pobre mi Junior!', se desparramó a sus pies. Si mija, un cumpa del laburo me contó lo del campeón, pobre de su familia, tan joven.

Julieta no paró de lamentarse hasta casi la medianoche, su madre le hizo compañía con rezos constantes, encomendando a Dios el alma del Campeón. Las fantasías recubren lamentos, mamá ¿por qué?, no lo entiendo, ¡lo tenía todo! No te olvides de lo que pasó con la modelito esa, Sí mamá pero ella no lo merecía a él, además que eso ya fue hace tiempo, No creas miamor, donde hubo amor cenizas quedan, así que mejor ya duerme que está lloviendo y mañana no habrá carro que te lleve a clases, ¡Ay mami! pero le digo a Ramoncito que me lleve, de eso no hay que dudarlo, él lo hará, Mmm bueno pero no sé, no me agrada mucho ese muchacho, siempre tan solito.. y por cierto ¿dónde andará que hace días que no lo veo? ¿Días? si apenas antier estuvo ahí en su terraza jugando malabares, como siempre.

Campeón invicto tras 27 peleas, Junior Canales ahora pasaba más tiempo en Las Vegas del que hubiera imaginado cuando lustraba zapatos por las plazitas de su natal San Juan. Aún así nunca se olvidó del trópico latinoamericano y siempre volvía para ver a su gente. El 27 de enero del '97 se casó con quien fuera el amor de su adolescencia, en Miami; a dos meses de haber obtenido el título de campeón del Consejo Mundial de Boxeo en categoría ligera.
La noche en que mató a su esposa, Junior Canales nunca se había sentido tan desesperado en su vida. Todo lo que aceptaba como cierto no lo era. La realidad no reflejaba lo que sus ojos veían, y las imágenes que constantemente llegaban a su cabeza eran tan solo meras representaciones fallidas de una sórdida realidad camuflada.

No sé quien soy, no sé qué hago aquí ni por qué me casé contigo.. mira, yo te amo y creo que a nadie podría amar más de lo que te amo a ti, pero.. pero está esto, esto que me agobia, Pero mi amor, ¿por qué no me cuentas? o cuéntaselo a alguien más, tienes que contarlo, no te lo puedes quedar, No puedo, sí puedes, No, no puedo.

Junior Canales dirigió sus pasos a la cocina y luego al cuarto, Emma dormía. Él se acerca, la siente, la besa y se acuesta a su lado. No sé si soy o si les pertenezco, no sé si el amor es para mantenerlo. El cuchillo resplandeciente rasga a Emma, la atraviesa, la penetra. Junior enjuaga sus lágrimas y se reclina en el sofá junto a la ventana. Pasan dos días hasta que decide entregarse por su propia cuenta. La policía no logra explicarse el asunto, Junior es un personaje tan querido que verlo tras las rejas le amarga el día a cualquiera.

El dos de abril pasado el Campeón fue encontrado muerto en su celda. De una soga colgaba su cuerpo, no habían señales de pelea ni de forcejeo, todo tan limpio, pulcro, fantasmal. Solo algo, una nota en el bolsillo de Junior que decía: ..y si no tengo nada cómo me sostengo.

La tarde del día siguiente Julieta García y su familia acudieron al cementerio. No estaban solos, los acompañaban más de doscientas mil personas en procesión desde la casa del Campeón. Nunca se vio tanta conmoción en un funeral, ni en días de guerra. No hubo clases.

19 abril 2010

Lunes





¿Qué día comienza la semana, lunes, domingo.. sábado? ¿De verdad comienza? ¿Es acaso el lunes el inicio de nuestras desgracias, ya vislumbradas desde el temible y pasivo domingo? Lo que sea que un lunes signifique a mí me da igual, tanto como jaranear un martes, dormir un jueves o salir a camellar en domingo. La semana ni comienza ni termina. Esta manía colectiva de ponerle principio y fin a cada período divisible de tiempo me parece enfermiza, si quieren trabajar por qué no trabajan de largo y si quieren no-hacer-nada como yo, que lo hagan sin parar.

Julieta que no viene y se me enfría la soledad, ya hasta me dan ganas de irme a dormir. Nada que hacer. Nada que leer. La televisión está insoportable, como siempre. ¿Dónde estarás Julieta? Temo que tu nombre sea presagio de nuestra desgracia; pero no, tú no tienes apellido elegante ni extranjero, tú eres García, Julieta García y tocarás la puerta en cualquier momento. Pero aunque sea un mensaje, ¿entonces para qué tiene móvil? No, yo no la llamo, qué pena con ella, molestarla tanto; y yo que no la merezco, pero ella no lo sabe, no sabe que frecuenta a un ser tan desastroso, Hikikomori como dirían los japos. Pero qué mierda, un mensajito no es tanto molestar, ahí va, y mejor que respondas, puta.

Un lunes es igual que un martes y que un miercoles, lo que hago en miercoles lo hago en martes y lo hago en lunes, ¿por qué empezar algo que terminará en un nuevo comienzo exactamente igual que el anterior? ¿por qué comprar el periódico del jueves, del viernes, del sábado? Sería bueno un diario semanal, no, mucho mejor que no haya prensa; no creo en quien la cuenta, ni en quien la produce, ambos se encuentran fuera de esta representación de cada día, asi como una salida de seguridad a 30 mil pies de altura, la ilusión de la seguridad, la ilusión de la ciudadania.

Julieta García, 18 años, alta, blanca, ojos verdes y rizos cafés. Estudiante de algo que no me interesó preguntar. Porque eres tan hermosa pero tienes que morir, yo sólo quiero algo de amor antes que tengas que partir. Claro que yo no te mataré, ni te guardaré de reliquia como aquellos niños a Berenice. Yo solo te quiero aquí. Estas páginas resecas ya no endulzan mi pesar, y todo lo que hace mi mente es dar pasos hacia atrás, hacia un mono mirándose en el agua el primer día del mundo. Necesito una nueva piel. Julieta, me estoy quedando dormido y no escribes ni llamas, ni apareces.

No gracias, no quiero agua, acabo de subir cargando el botellón, sí sí sabía pero supuse que ya no vendría. Ok, listo, la próxima semana será, gracias, gracias. Viejo cabrón a la hora que se le ocurre venir con el agua, tanto que se agitó mi corazón al oir el portazo, ojalá Julieta no tarde en llegar, aunque sea tarde, así le contaría lo que me costó traer el agua, lo delicioso del café con el ultimo libro de Caicedo que conseguí. Ojalá traiga cigarrillos.

Me duermo Julieta, me duermo y no te espero. Acaba el día y acabaré junto a él. Acabaré mi lectura, mi café, mi espera. Espero llegues pronto, y que no te asustes por la sangre, no será mucha, eso espero. Te quise desde la primera vez que te vi asomaba en tu balcón, cuando leías a la luz del verano y yo me peinaba media hora para pasar a tu lado. Deberías socializar más con tus vecinos, Julieta. Mejor aquí termino porque pronto será martes y los segundos en la lista no me agradan. Si tan solo me conocieras serías tan feliz.

20 marzo 2010

Caminando por el delgado filo de una barda

Uno se mete a escribir porque no fue capaz de pegarle a un chófer que lo puso en evidencia, porque no destrozó los platos en un restaurante, porque no se enfrentó a un policía loco que insultaba a su novia, porque no le dijo a su madre lo mucho que la amaba y detestaba, porque no escupió a un profesor que decía que la tierra era redonda, porque se dejó ganar el puesto en la fila del cinema, porque no tiene oficio ni beneficio, porque piensa que es una forma fácil de hacer fama y dinero, porque si lo hacen mamarrachos como García Márquez y Mutis uno también puede hacerlo, porque no es bueno para los números, porque no quiere ser médico ni abogado, porque está ardido, porque odia a la gente y quiere insultarla.

Uno se mete a escribir porque una chica linda le dijo que le gustaban los escritores, porque necesita una coartada para no trabajar, porque lo hace sentir superior, porque se leyó un par de novelas de vaqueros y quiere entrar en la competencia, porque es un cowboy sin oeste, porque cagatintas como Vargas Llosa lo hacen, porque no tiene voz, porque no tiene ritmo, porque está harto de hacerse la paja, porque quiere atorar a una mujer pero no hay forma, porque piensa que tiene algo que decir, porque descubre que las chicas lindas dicen que los escritores son tiernos pero salen con mafiosos, porque no lo dejan estrujar a la reina nacional de belleza, porque está flaco y no hay remedio, porque tiene miedo de morir sin haberle hundido los pelos a una chica linda, porque si un mamón hipócrita como Vargas Llosa escribe cualquiera puede hacerlo, porque sabe que el cine es tiempo perdido, porque tiene envidia de esos mandriles que salen en la pantalla y ganan millones, porque quiere ser como Bukowski a falta de mejores oportunidades.

Uno se mete a escribir porque no sabe boxear ni tiene agallas, porque tiene los dientes torcidos y no puede sonreír como quisiera, porque para los impotentes de toda índole no hay otro camino, porque todos los feos escriben o asesinan y uno no es capaz de matar una mosca, porque escribir da importancia, porque para que a uno le digan escritor no necesita hacerlo bien y para que lo llamen hijoputa no importa si su madre es una santa, porque tiene miedo de quedarse a la deriva sin hacer nada, porque no puede beber cada noche, porque ama a Dios pero odia las sociedades sin ánimo de lucro, porque no tiene novia, porque no hay emociones sino insultos, porque en su casa no hay tele y la radio se averió, porque la mujer del vecino es un bombón, porque tiene miedo de quedarse calvo y por eso evita los espejos. Uno se mete a escribir porque no se atreve a asaltar un supermercado, porque ama a una mujer y ella es la novia del chico listo de la cuadra, porque no hay suficientes revistas pornográficas, porque quiere hacer algo más que cagar y masturbarse, porque no es el chico listo de la cuadra ni el chico fuerte ni el gracioso, porque es el chico nada, porque vale tres tiras de verga, porque afuera lo cascan, porque su madre grita todo el tiempo, porque no hay ilusiones ni luz al final del túnel, porque su mente vuela bajo y nunca será otro Cioran, porque no tiene valor para saltar, porque no quiere la esposa fea que merece, porque tiene miedo de morir sin haber probado un bello culito, porque no tiene el modo de escupir de Clint Eastwood, porque se atasca entre una y otra intención, porque érase una vez el amor pero tuve que matarlo.
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Lo bueno es que escribir no sirve para nada de lo que uno quiere. Escribir es un limite, un dolor, un defecto más. Lo bueno es que después de hacerlo te sientes pésimo. Nada ha cambiado, todo sigue en su sitio (salvo tu jodido cabello), Pelé no vuelve a la cancha. Lo malo es que escribes y Pambelé cae a la lona vapuleado por un gringo, un maldito gringo que estuvo preso por golpear a su madre. Lo malo es que Pambelé no es la madre del gringo y -por más que escribes- sigue tirado. Lo bueno es que escribes y sigues soñando con la mujer del vecino, sueñas que la tienes agarrada por las orejas hundiéndole los pelos. Lo malo es que escribir no cura tus deseos asesinos, que asaltar un supermercado sigue siendo tu objetivo imposible. Lo malo es que aún deseas un amor inolvidable. Lo bueno es que escribir es otra forma de cagar y masturbarte. Lo malo es que lees a grandes autores pero sólo Bukowski te llega. Lo malo es que un día la chica linda se entera que escribes y no deja que se la hundas hasta el otro lado de la muerte. Lo malo es que escribir sirve para todo lo que tú no quieres.

12 marzo 2010

¡Qué viva la música!

Chaos is not only burning ruins but also butterfly wings.
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Tú, no te detengas ante ningún reto. Y no pases a formar parte de ningún gremio. Que nunca te puedan definir ni encasillar.
Que nadie sepa tu nombre y que nadie amparo te dé.
Que no accedas a los tejemanejes de la celebridad. Si dejas obra, muere tranquilo, confiando en unos pocos buenos amigos. Nunca permitas que te vuelvan persona mayor, hombre respetable. Nunca dejes de ser niño, aunque tengas los ojos en la nuca y se te empiecen a caer los dientes. Tus padres te tuvieron. Que tus padres te alimenten siempre, y págales con mala moneda. A mi qué. Jamás ahorres. Nunca te vuelvas una persona seria. Haz de la irreflexión y de la contradicción tu norma de conducta. Elimina las treguas, recoge tu hogar en el daño, el exceso y la tembladera.
Todo es tuyo. A todo tienes derecho y cóbralo caro.
No te sientas llenecita nunca.
Aprende a no perder la vista, a no sucumbir ante la miopía del que vive en la ciudad. Ármate de los sueños para no perder la vista.
Olvídate de que podrás alcanzar alguna vez lo que llaman "normalidad sexual", ni esperes que el amor te traiga paz. El sexo es el acto de las tinieblas y el enamoramiento la reunión de los tormentos. Nunca esperes que lograrás comprensión con el sexo opuesto. No hay nada más disímil ni menos dado a la reconciliación. Tú, practica el miedo, el rapto, la pugna, la violencia, la perversión y la vía anal, si crees que la satisfacción depende de la estrechez y de la posición predominante. Si deseas sustraerte a todo comercio sexual, aun mejor.
Para el odio que te ha infectado el censor, no hay remedio mejor que el asesinato.
Para la timidez, la autodestrucción.
Adonde mejor se practica el ritmo de la soledad es en los cines, aprende a sabotear los cines.
No accedas al arrepentimiento ni a la envidia ni al arribismo social. Es preferible bajar, desclasarse; alcanzar, al término de una carrera que no conoció el esplendor, la anónima decadencia.
Para endurecer la unidad sellada, ensaya dándote contra las tapias.
No hay momento más intenso ni angustioso que el despertar de un hombre que madruga. Complica y prolonga este momento, consúmete en él. Agonizarás lentamente y de berrido en berrido enfrentarás los nuevos días.
Es prudente oír música antes del desayuno.
Tú, disimula el olvido. Aprende a contemplar inconmovible toda génesis. Si te tienta la maldad, sucumbe: terminaréis por rodar juntas del mismo brazo.
Come todo lo que sea malo para el hígado: mango viche y hongos y pura sal, y acostúmbrate a amanecer con los gusanos. Créete ceiba, que también cría parásitos.
Tú, no te preocupes. Muérete antes que tus padres para librarlos de la espantosa visión de tu vejez. Y encuéntrame allí donde todo es gris y no se sufre. Somos muchas. Incomunica el dato.
Tú enrúmbate y después derrúmbate. Échale de todo a la olla que producirá la salsa de tu confusión.

06 marzo 2010

Cuando los relojes mueran

A pesar de tropicales intentos
sigue indefinida
la sexualidad
de la pantera rosa,
solo sabemos que era
una puta rabiosa

Teenage mutant ninja turtles
weren't superheroes
they were supertramps
stealin' pizza
from the delivery guy

El espectáculo ha querido
mantenernos despiertos,
pero solamente es insomnio
y delirios de zombie
en una ciudad
que nunca despierta,

Y yo que no puedo dormir
con una voz
al otro lado de la ventana
que me dice:
'estamos despiertos,
deja que los demás duerman'

everything is real, everything is permitted
nada es real, lo real es nada.

Soy una puta sentimental, otra vez.

27 febrero 2010

Nefelibatas

Ana estudia marketing y planea su futuro como prominente emprendedora de los negocios multinacionales. Su cara lleva tristeza acumulada por más de dos décadas. Nadie sabe su edad, sólo que no es lo suficientemente joven como para ser virgen ni demasiado vieja como para perder su membresía al Club 27. Es fea, para qué ocultarlo, sus manías desagradables espantan a los viejos, enloqueciéndo de furor a los niños que se le acercan, curiosos por sus ropas de gitana. Ropas que importó del verano pasado, del vagabundeo vacacional por pueblitos jipis o aldeas indígenas. Fuma. Fuma tanto y sin descaro que agota encendedores y cerillos más que la leche del desayuno, si es que lo toma. Ana no tiene padres.
Julián tiene un porte de atleta, producto de una infancia a base de plátano y plátano, y algo más de plátano ecuatorial. Su nombre bonito siempre anda solo, se esconde de su apellido trazado por el prejuicio, demasiado vulgar como para nombrarlo. Una década y un lustro vieron pasar a Julián bajo el sol, faenando al son de las olas en algúna playa adornada de selva. La gran ciudad se vislumbraba como su gran esperanza, lo sigue siendo, solo que con la máscara de la tragedia y un carpe diem miserable y hambriento de un mejor destino. Julián no fuma, al menos no en el sentido corriente del término, él fuma hierba seca en hojas de biblia, y si la ocasión lo amerita, adorna su marihuana en zanahorias, manzanas y talvez en cierta construcción de papel de aluminio que se atreve a llamar pipa.
El año es el 2010. La ciudad se explaya bajo el sol en todo su esplendor, cientos de metros de tubos de aluminio se codean con miradas tristes, bocas alegres, gente vendiendo, gente comprando, todo al son de los coches cayendo en baches, niños saltando grandes charcos de agua (que no precisamente cayó del cielo) y cierta nube gris que se aproxima con velocidad sempiterna.
El día es caluroso y las personas van aprisa pero los vehiculos no, así como la lengua viaja más rápido que la mente. Los aparatejos de cuatro ruedas se rozan, chocan, y se coquetean entre sí. Al pie de un cerrito que sostiene un centro de estudios Ana espera un taxi, aquella mania de alquilar un carro para llegar más rapido, ya que no se acostumbra a la versión sudorosa del metro de New York. Al mismo tiempo Julián recorre cierta avenida que rememora cierta independencia y lo hace moviendo sus piernas como si corriera, porque está corriendo, y atrás suyo corren dos más. No es un juego, o talvéz si, pero no hay tiempo de pensar en ello. Julián los deja atrás sorteando los carros y tirando al suelo al joven que balanceaba tres machetes que emitían grandes destellos azulados, uno de ellos fue a parar a la cabeza calva de uno de los perseguidores de Julián.
Ana finalmente toma un taxi, lo mira como si mirara a un pretendiente o a una cucaracha, da su dirección y ofrece un precio, el chofer la mira con ojos de lascivia y da su valor, Ana acepta y sellan el pacto. Ella duda antes de subirse y opta por el asiento trasero, queriendo pensar que por seguridad pero lo hizo por vanidad y querer estar lo más lejos posible de esa mirada lujuriosa. Ellos avanzan por la avenida, cruzan el puente sobre el río que apesta y están prestos, al menos el taxista sí, a virar en la primera transversal cuando divisaron cierto tumulto más adelante.
Julián volteó la cabeza una vez más y agradeció a la Santa María de haberla librado de sus malhechores, abrazó bien su botín y su trueno y con la convicción de un ejecutivo gubernamental subió al primer vehiculo que se le cruzó y amenazando al rechoncho y asustado conductor le pidió que por su puta madre no detenga el vehículo por ninguna razón hasta nueva orden.
Ana y Julián nunca se conocieron, ni lo harán. Por extrañas coincidencias de la vida se habían cruzado varias veces por la calle en el transcurso de sus vidas, sin siquiera reparar en la existencia del otro. Hoy lo hicieron de nuevo.
El dia se marcaba hermoso con las nubes de lluvia a los costados un gran sol canicular en el centro de un cielo azul como nunca antes. Un automovil recorriendo un trayecto incierto a gran velocidad colisionó la parte trasera de cierto taxi, destrozando el cuerpo de cierta muchacha de cara triste y ropas de gitana.
Ana y Julían cerraron sus vidas en un abrazo de acero, caucho y cristales rotos. Ellos volaron sobre alas ajenas. Ella selló sus anhelos con alivio, al fin y al cabo nunca quiso ser parte del espectáculo. Él nunca consiguió lo que su esperanza le deseaba, talvez porque eso nunca existió. Hoy murieron, mañana serán portada de cierto diario, el dia después de mañana sus almas gritarán en calma y en el infierno donde crecieron reinará la desesperanza, como siempre.