Julio Cortázar, Rayuela, capítulo 147; extraído de Tratados en La Habana, de José Lezama Lima.
28 abril 2010
Decondicionamiento o Cómo recuperar el arte de la locura sin perder un solo cabello
Julio Cortázar, Rayuela, capítulo 147; extraído de Tratados en La Habana, de José Lezama Lima.
26 abril 2010
Noche/Día
que terminamos recorriendo
despiden ecos de algo distinto,
que se quedan grabados
como serpientes en la arena
silenciosas y a su vez van dejando huellas,
huellas que permanecen grabadas en cemento
grabadas en la memoria
sigilosas para aparecer en los momentos más inesperados
un cuento
-un corazón
--un cerebro
Una materia prima para crear algo nuevo
que finalmente después de cierto tiempo será
abandonado
-olvidado
--sepultado
Abajo de los nuevos palacios que vienen y desbancan
los suelos viejos que existían ahí antes que ellos
y estos a su vez desbancan a los demás
y formando olas y desfiguros
se vuelven muy difíciles de arreglar
Algo más que es difícil es encontrar los pasados
que queremos componer,
tanta pintura sobre la fachada desgastada
impide y modifica la respiración del animal,
esa bestia sagrada que cambia para siempre
y muy rara vez dormita.
-
Nada nos garantiza que tendremos lo que tenemos
nada nos garantiza una vida segura
tampoco sabremos si tendremos pensamientos
que llevan a una espiritualidad iluminada
Nada nos garantiza la paz,
pienso en que no somos dueños de lo que ya logramos
nada nos garantiza que seguiremos siendo los mismos
pero siempre tendremos las huellas
esas huellas para recordarnos
de dónde y por qué venimos hasta aquí.
25 abril 2010
Domingo
24 abril 2010
Sábado
23 abril 2010
Viernes
22 abril 2010
Jueves
21 abril 2010
Miércoles
20 abril 2010
Martes
Viste mami que me lo mataron a mi Junior, ¡Ay mijita! no hable peste del campeón, Pero es cierto mami, me lo mataron, me lo mataron esos gringos desgraciados, Basta Julieta, aprieta la lengua y explícame bien todo esto que dices, Que lo mataron mamá, lo acabo de ver aurita en el noticiero.
Esa noche, al llegar a casa, Don Artemio fue recibido por los sollozos de su hija que, al canto de '¡¿Papá supiste?! ¡pobre mi Junior!', se desparramó a sus pies. Si mija, un cumpa del laburo me contó lo del campeón, pobre de su familia, tan joven.
Julieta no paró de lamentarse hasta casi la medianoche, su madre le hizo compañía con rezos constantes, encomendando a Dios el alma del Campeón. Las fantasías recubren lamentos, mamá ¿por qué?, no lo entiendo, ¡lo tenía todo! No te olvides de lo que pasó con la modelito esa, Sí mamá pero ella no lo merecía a él, además que eso ya fue hace tiempo, No creas miamor, donde hubo amor cenizas quedan, así que mejor ya duerme que está lloviendo y mañana no habrá carro que te lleve a clases, ¡Ay mami! pero le digo a Ramoncito que me lleve, de eso no hay que dudarlo, él lo hará, Mmm bueno pero no sé, no me agrada mucho ese muchacho, siempre tan solito.. y por cierto ¿dónde andará que hace días que no lo veo? ¿Días? si apenas antier estuvo ahí en su terraza jugando malabares, como siempre.
Campeón invicto tras 27 peleas, Junior Canales ahora pasaba más tiempo en Las Vegas del que hubiera imaginado cuando lustraba zapatos por las plazitas de su natal San Juan. Aún así nunca se olvidó del trópico latinoamericano y siempre volvía para ver a su gente. El 27 de enero del '97 se casó con quien fuera el amor de su adolescencia, en Miami; a dos meses de haber obtenido el título de campeón del Consejo Mundial de Boxeo en categoría ligera.
La noche en que mató a su esposa, Junior Canales nunca se había sentido tan desesperado en su vida. Todo lo que aceptaba como cierto no lo era. La realidad no reflejaba lo que sus ojos veían, y las imágenes que constantemente llegaban a su cabeza eran tan solo meras representaciones fallidas de una sórdida realidad camuflada.
No sé quien soy, no sé qué hago aquí ni por qué me casé contigo.. mira, yo te amo y creo que a nadie podría amar más de lo que te amo a ti, pero.. pero está esto, esto que me agobia, Pero mi amor, ¿por qué no me cuentas? o cuéntaselo a alguien más, tienes que contarlo, no te lo puedes quedar, No puedo, sí puedes, No, no puedo.
Junior Canales dirigió sus pasos a la cocina y luego al cuarto, Emma dormía. Él se acerca, la siente, la besa y se acuesta a su lado. No sé si soy o si les pertenezco, no sé si el amor es para mantenerlo. El cuchillo resplandeciente rasga a Emma, la atraviesa, la penetra. Junior enjuaga sus lágrimas y se reclina en el sofá junto a la ventana. Pasan dos días hasta que decide entregarse por su propia cuenta. La policía no logra explicarse el asunto, Junior es un personaje tan querido que verlo tras las rejas le amarga el día a cualquiera.
El dos de abril pasado el Campeón fue encontrado muerto en su celda. De una soga colgaba su cuerpo, no habían señales de pelea ni de forcejeo, todo tan limpio, pulcro, fantasmal. Solo algo, una nota en el bolsillo de Junior que decía: ..y si no tengo nada cómo me sostengo.
La tarde del día siguiente Julieta García y su familia acudieron al cementerio. No estaban solos, los acompañaban más de doscientas mil personas en procesión desde la casa del Campeón. Nunca se vio tanta conmoción en un funeral, ni en días de guerra. No hubo clases.
19 abril 2010
Lunes
¿Qué día comienza la semana, lunes, domingo.. sábado? ¿De verdad comienza? ¿Es acaso el lunes el inicio de nuestras desgracias, ya vislumbradas desde el temible y pasivo domingo? Lo que sea que un lunes signifique a mí me da igual, tanto como jaranear un martes, dormir un jueves o salir a camellar en domingo. La semana ni comienza ni termina. Esta manía colectiva de ponerle principio y fin a cada período divisible de tiempo me parece enfermiza, si quieren trabajar por qué no trabajan de largo y si quieren no-hacer-nada como yo, que lo hagan sin parar.
Julieta que no viene y se me enfría la soledad, ya hasta me dan ganas de irme a dormir. Nada que hacer. Nada que leer. La televisión está insoportable, como siempre. ¿Dónde estarás Julieta? Temo que tu nombre sea presagio de nuestra desgracia; pero no, tú no tienes apellido elegante ni extranjero, tú eres García, Julieta García y tocarás la puerta en cualquier momento. Pero aunque sea un mensaje, ¿entonces para qué tiene móvil? No, yo no la llamo, qué pena con ella, molestarla tanto; y yo que no la merezco, pero ella no lo sabe, no sabe que frecuenta a un ser tan desastroso, Hikikomori como dirían los japos. Pero qué mierda, un mensajito no es tanto molestar, ahí va, y mejor que respondas, puta.
Un lunes es igual que un martes y que un miercoles, lo que hago en miercoles lo hago en martes y lo hago en lunes, ¿por qué empezar algo que terminará en un nuevo comienzo exactamente igual que el anterior? ¿por qué comprar el periódico del jueves, del viernes, del sábado? Sería bueno un diario semanal, no, mucho mejor que no haya prensa; no creo en quien la cuenta, ni en quien la produce, ambos se encuentran fuera de esta representación de cada día, asi como una salida de seguridad a 30 mil pies de altura, la ilusión de la seguridad, la ilusión de la ciudadania.
Julieta García, 18 años, alta, blanca, ojos verdes y rizos cafés. Estudiante de algo que no me interesó preguntar. Porque eres tan hermosa pero tienes que morir, yo sólo quiero algo de amor antes que tengas que partir. Claro que yo no te mataré, ni te guardaré de reliquia como aquellos niños a Berenice. Yo solo te quiero aquí. Estas páginas resecas ya no endulzan mi pesar, y todo lo que hace mi mente es dar pasos hacia atrás, hacia un mono mirándose en el agua el primer día del mundo. Necesito una nueva piel. Julieta, me estoy quedando dormido y no escribes ni llamas, ni apareces.
No gracias, no quiero agua, acabo de subir cargando el botellón, sí sí sabía pero supuse que ya no vendría. Ok, listo, la próxima semana será, gracias, gracias. Viejo cabrón a la hora que se le ocurre venir con el agua, tanto que se agitó mi corazón al oir el portazo, ojalá Julieta no tarde en llegar, aunque sea tarde, así le contaría lo que me costó traer el agua, lo delicioso del café con el ultimo libro de Caicedo que conseguí. Ojalá traiga cigarrillos.
Me duermo Julieta, me duermo y no te espero. Acaba el día y acabaré junto a él. Acabaré mi lectura, mi café, mi espera. Espero llegues pronto, y que no te asustes por la sangre, no será mucha, eso espero. Te quise desde la primera vez que te vi asomaba en tu balcón, cuando leías a la luz del verano y yo me peinaba media hora para pasar a tu lado. Deberías socializar más con tus vecinos, Julieta. Mejor aquí termino porque pronto será martes y los segundos en la lista no me agradan. Si tan solo me conocieras serías tan feliz.