02 septiembre 2012

Conversaciones perdidas en México [Diálogo #242: Los poetas en la pulpería]

-¿Y qué más decía de las películas?
-No mucho, en realidad. Mencionó a México en un par de ocasiones, decía que nos estamos perdiendo de mucho al no ver las películas que se hicieron acá a mediados del siglo pasado. Habló también de la época de oro de Hollywood, se ve que lo influyó bastante.
-Espera, ¿películas mexicanas? Pero si todas valen madres, ahora nomás que el puto de García Bernal es lo único que medio tenemos cercano a Hollywood.
-Precisamente eso, hablaba de películas... no sé... escondidas.
-No te sigo.
-¿Te acuerdas de 2666?
-Eh... pos sí.
-Ya, en uno de los capítulos se habla de que a lo mejor Robert Rodríguez hizo uno de sus primeros filmes aquí en el DF, una del tipo snuff.
-Pero ese güey es gringo, y además a Bolaño no hay que creerle demasiado.
-Ya sé, es solo un ejemplo. Lo que quería decir es que hubo una época en que México poseía una verdadera cultura cinematográfica.
-Ah, ya veo. A este loco le gustaba mucho el cine, ¿no?
-¿A Puig? Claro, él siempre quiso ser director o productor pero a la final prefirió la labor, más libre y solitaria, de escribir. Lo que él siempre quiso hacer era contar historias.
-Ya, ¿y cómo así lo estabas leyendo al man?
-Pues era una entrevista nomás, yo a él no lo he leído, en la universidad debíamos leer The Buenos Aires affair pero nunca lo hice.
-¿Y eso?
-No sé, pereza seguramente. Sin embargo, ahora tengo ganas de leerlo en serio.
-Chale, pero ¿cómo así te dio por leer esa entrevista?
-Ah, pues es para una tarea del taller.
¿Sigues yendo al taller de Urrutia? Yo ya me hubiera salido, ahora cualquier escritorzuelo publicado en cualquier editorial ínfima se cree con derecho de enseñar a escribir.
-Suave, loco. Este taller es parte de los créditos. Además, y esto lo relacioné leyendo la entrevista a Puig, en el taller no nos enseñan a escribir sino que hacemos ejercicios y discutimos sobre literatura, que es lo que a mí más me agrada.
-Chingaderas. Pura autoayuda para mamones egocéntricos como tú. Yo ya les hubiera dicho que se vayan todos a mamar su propia verga, y a tu profesor también, pinche joto, le hubiera dicho, como Bolaño hizo con tu compatriota.
-Ja ja, hablas porque tienes lengua, cabrón. No tienes una idea de lo que es. Pero eso sí, el Donoso es un maricón de alto vuelo.
-¿Te das cuenta güey? Tú mismo lo reconoces... Bueno, y qué onda con el Puig, ¿qué más decía de México?
-Me acordé de Malcolm Lowry, en alguna parte de la entrevista dijo que a este país lo siente más cercano que nada. Es extraño, algo tiene este suelo que tanto llama a las pasiones más diversas, no sé si me entiendes.
-Es el mezcal, el desierto, la selva, la pinche gente triste que somos. El puto infierno no son los otros, somos los mexicanos.
-No te me pongas cursi, pendejo. Es más, ahí va Odalina, allá, en frente tuyo, mírala bien para que te corras la paja luego.
-¿Y quién chuchas es Odalina?
-Eres bien pendejo a veces, ¿no? Odalina Guerra, pues. ¿O quieres que te diga su nombre?
-Ah ya ya ya. Es que me hablas en clave pos culero. Puta, está buena. En realidad no, pero me encanta. Y no te he contado, el otro día, o la otra noche más bien, nos quedamos chateando hasta tarde, y todo bien, solo que de repente se pone imbécil, no responde todo lo que le digo, no sé por qué será, y eso que le hablo de lo que le gusta: del maricón de Cortázar, de Pessoa, hasta le hablo de las clases, le doy consejos, y nada, tal vez no quiere nada con nadie, o no sé qué chingados le pasa por su cabeza, pero la neta es que uno de estos días me voy a cansar y le voy a escribir algo...
-Ja ja ja, te pasas de tarado, loco. Si te vas a poner en ese plan de escribirle entonces haz algo serio, un poema, un cuento. Otra vez me acordé de Puig, mira, él solía usar a sus conocidos como personajes, incluso transcribía conversaciones enteras grabadas, así, letra por letra tal cual se lo dijeron. Tú podrías hacer lo mismo, escríbele un relato con el historial del chat, transfórmala en personaje, aprópiate de su voz y déjala loca. O, puestos a darlo todo, agárrala y bésala, no tienes nada que perder.
-No sé, no sé, ya veré qué hago. A mí no me gustaría leer algo así, y yo le hago caso a Franzen cuando se trata de escribir.
-Puig otra vez: cada novela, o texto, se escribe para alguien, para convencerlo y seducirlo, o, por lo menos, explicarle algo.
-Tienes que pasarme esa entrevista, se nota que el culero se te metió de lleno.
-Y tú tienes que escribirle a Odalina o voy a terminar vacilándomela yo, como dicen en mi país.
-¿Qué? ¿De qué chingados hablas?