25 abril 2010

Domingo



Tengo ganas de vivir, toma un pedazo de mi.
Omar Rodriguez-Lopez
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La vida de Julieta García cambió para siempre en el transcurso de una semana, dos incidentes que rozaron los límites de la razón y la lucidez transformaron sus días al punto de bifurcar el recorrido de su existencia. El primer suceso fue la muerte del campeón de box Junior Canales, quien fue encontrado en la celda de la prisión federal donde se hallaba recluido colgando de una viga; el segundo fue la tentativa de suicidio de su vecino Ramón Valdez, joven estudiante de periodismo y de quien no se tenía mayor conocimiento, tampoco de sus familiares, si es que los tenía porque nunca nadie fue a visitarlo a la clínica, solamente una persona.
El mismo día del funeral del Campeón, el cuerpo de Ramón Valdez fue encontrado en su departamento totalmente inconsciente, rodeado de un gran charco de sangre viscosa y hasta cierto punto nauseabunda; el flujo de la sangre se remontaba hasta sus brazos, donde se podía ver un gran surco donde se presumió había sido la incisión del cuchillo, cuchillo que descansaba sobre su pecho. Quien encontró a Ramón fue el repartidor de agua, había subido esperando una venta y lo que ganó fue una desagradable sorpresa; Ramón había dejado la puerta principal abierta y su cuerpo era fácilmente visible a través de la malla metálica de la segunda puerta. El repartidor, habitante de un barrio periférico y conocedor de situaciones extremas como la que se hallaba frente a sus ojos, decidió no acercarse más y llamar a la policía; en un segundo escrutinio se alegró de que la segunda puerta tenga un seguro interno, así él quedaba libre de toda sospecha.
La policía llegó con el médico legista y se llevaron un gran susto al constatar de que Ramón seguía con vida, rápidamente cerraron las heridas de manera provisional y, colócandole una máscara de oxígeno, lo treparon al patrullero. En el hospital los médicos que lo trataron no entendían cómo pudo sobrevivir con tal desangrado, aún así su estado era muy grave y corría el riesgo de un paro cardiorespiratorio en cualquier momento.
Para el día viernes Ramón Valdez había sido trasladado de terapia intensiva a un cuarto de cuidados regulares. Ya comía con relativa normalidad y conversaba tímidamente con las enfermeras y los pacientes a su costado. Fue llevado con el psiquiatra del hospital, quien lo encontró lúcido, despierto y con una agilidez mental por muchos envidiable, no comprendía los motivos del intento de suicidio, sin embargo, le dijo a Ramón que podría regresar a su casa siempre y cuando asista con regularidad a las sesiones que él le había planificado. El doctor que lo trataba también lo vio con mejor semblante, el hemograma corroboraba su percepción y, haciendo caso a la urgencia de camas que atravesaban, le dio el alta para el día lunes; pero Ramón no tenía visitas, ni nadie que lo vaya a ver y firme su salida. El médico se contactó con los policías que dejaron a Ramón Valdez en el hospital y acordó con ellos para que vayan a su vecindario a indagar por sus familiares o en el peor de los casos, algún vecino dadivoso. Pasó el resto del viernes y el sábado entero y nadie llegó.
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Ramón, Ramoncito, tienes visita -dijo la enfermera con voz baja mientras abría la puerta y encendía la luz- Hasta que al fin se acordaron de ti, eh?
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- Hey, hola Ramoncito
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En ese instante Ramón Valdez sintió que todo este tiempo no había sido más que un sueño celestial, que había muerto y Dios le estaba jugando una mala broma.
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- ¿Si me recuerdas? Soy tu vecina, Julieta
- eh.. claro.. sé quién eres.
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Esa mañana Julieta y su familia, al llegar de Playa Venecia, fueron recibidos por dos agentes de policía que muy amablemente solicitaron hablar con ellos. Les dijeron que su vecino había sido encontrado en muy mal estado y ahora se encontraba en el hospital Luis Vernaza sin nadie que vele por él y, además de alguien que firme su salida, Ramón Valdez necesitaba compañía y un fuerte apoyo para su recuperación. El papá de Julieta dijo que no le interesaba la vida de ese vago, que lo tenía bien merecido; su madre se mostró un poco más comprensiva pero igual de negativa en cuanto a ofrecerse para ir a ver a Ramón. Solo Julieta García se interesó por él, y aun sin la aceptación de sus padres se dirigió al hospital en su vehículo, escoltada por el patrullero.
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- Mira, sé que esto debe ser muy extraño para ti pero me acabo de enterar de lo que te pasó y vine para acá sin pensarlo, incluso yo no entiendo bien por qué vine
- No tienes por qué pensarlo, estás aquí porque eres buena de corazón.. Me cuesta admitirlo pero soy tan antisocial que nadie vino a verme, ni siquiera a ver si ya había muerto jeje
- Eres demasiado trágico contigo mismo Ramón, pero ahora tienes a una amiga que cuide de ti
- Gracias por el gesto, me da gusto saberlo
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- Me gusta cuando haces malabares, eres muy bueno!
- Ah si? nadie me lo había dicho, en el semáforo solo te dan monedas, si es que no te dejan sordo a bocinazos jaja
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Julieta rio también y agregó- ¿También haces malabares en el semáforo? Qué chevere, algún día quisiera ir a verte
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- Ya bacán, de una, un día de estos te llevo.
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Y así pasaron horas y horas, Ramón y Julieta no se cansaron de hablar de lo humano y lo divino, como se suele decir. Sin darse cuenta el lunes se colaba por la ventana pero los dos seguían muy enfrascados en su conversación.
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- Me caes bien Julieta, y pensar que nunca me atreví a hablarte
- ¿Y crees que no lo había notado? siempre intentabas cruzar una mirada conmigo, pero yo tampoco me atreví a intercambiar palabras
- Qué extraño jaja
- ¿Qué es extraño?
- Esto, todo esto, me da risa que nunca soy capaz de terminar mis proyectos y aún asi concluyen de alguna manera, aunque con resultados imprevistos
- No entiendo Ramón, explícame
- Verás, este asunto del suicidio fue un proyecto más en mi vida, y como bien sabes fracasé una vez más, pero llegaste tú y todo cambió
- Oh, ya veo.. si, es raro, pero es que no puedes echar todos tus anhelos como recta fugaz
- Lo sé, pero es que yo no tenía anhelos..
- ...
- ...
- Yo te quiero, amigo
- Y en el final nos ganan los recuerdos, cuánto amor se escurre entre mis dedos
- ¿Ah?
- Es una canción, muy linda por cierto. Yo también te quiero, desde siempre.
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Sin saberlo, Ramón Valdez y Julieta García vivían sus vidas en constante lucha, sumergiéndose entre lo prohibido y lo vanal terminaron al borde de su capacidad; una circunstancia fatal los unió y juntos al fin, vistieron desafíos. Ella no dejó de surfear más de dos días y él incrementaba semana a semana los objetos que podía manipular o mantener en el aire. Escaparon del mar de asfalto y ahora viven en una playa sin nombre, donde, según ellos mismos, llevan vida de piratas.

2 comentarios:

palabras con fuego dijo...

es demasiado increìble migue lo q has hecho, me encanta tu experimento y ojalàs sigas experimentando màs, realmente lo q màs me gusta de leer, es observas las similitudes de los personajes con tu vida
besos y abrazos! se te quiere!
kari

Anónimo dijo...

Sigue siendo mi historia favorita de todas las que he leído. Me puse al día hasta con las más recientes. att: la niña? de ojos claros..