28 julio 2012

Hija en la sombra

Por lo que un hombre se convierte en borracho, monstruo o mendigo es por la luz. Y la luz no es nuestra. 
LEOPOLDO MARÍA PANERO 

Siempre fue el más inteligente de todos nosotros. Lo leyó todo. Y lo conoció todo, también. Yo tenía muchísimas ganas de abrazarlo y preguntarle todo lo que hizo pero solo pude asomarme al cuarto por un momento y observar desde la seguridad de la puerta. Antes de que mamá me llame para servir la mesa logré escuchar a mi tío recriminándole por haber partido sin avisar, mi padre lo consolaba en su regazo paseando sus manos por su cabeza desnuda. Pero yo le vi los ojos, a mi hermano, al bastardo egoísta que me dejó aquí cuando fui yo quien le enseñó los textos de los peregrinos y los mapas de los caminos ocultos que llevan a las ciudades. Ahora el bastardo regresa porque seguramente allá nadie se abrió de piernas ante él, porque no tiene quién lo alimente y por eso está tan flaco y descuidado a causa de la falta que le hicieron mis bocadillos. Ahora regresa y pretende volver a ser el favorito a pesar de que se gastó su dote entera y parte de la mía. Bastardo. Yo debía recorrer los callejones de Alejandría y las plazuelas de Roma, surcar el Mediterráneo hasta la Tierra Nueva. Y así. Bastardo. No sabe lo que es la Luz.


Vuelta del hijo pródigo
Rembrandt

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