07 julio 2012

Voy a salir por esa puerta


Llevo caminando más de quince minutos, las casas aparecen cada vez más distanciadas entre sí, como si el pueblo se dilatara hasta desaparecer. No he tenido la fuerza necesaria para levantar la vista y fijarme en otras personas, pero sé que no me encontraré con nadie a esta hora. Tuve que salir de allí, no me siento feliz y se lo dije, pero seguramente no entenderá, la gente nunca entiende. Y probablemente yo nunca termine de entenderlo.

Anoche le dije que no me sentía feliz. De hecho, creo que estoy deprimida, pero eso no es lo que importa ahora. Cariño, me siento muy mal, le dije, y me molesta cuando siento que me abandonas. Él se quedó callado más de un minuto hasta que se levantó (estaba acostado en la cama) y me dijo: No te molestes más, solo de una cosa estoy seguro y es de que voy a salir por esa puerta. Y así, sin más, se puso los zapatos y se fue.

Dormí en la estación de autobuses. No, en realidad no dormí, solamente me acosté en una banca cerca de la garita del guardia y esperé a que amanezca. Por suerte tenía algo de dinero y pude comprar una cajetilla de cigarrillos. Así pasé la noche, fumando y tomando café de la máquina expendedora. En la estación duermen también muchos vagabundos y gente viciosa pero ninguno se acercó a molestarme. Me di cuenta de que hay cierta complicidad entre los desposeídos, algo así como un acuerdo tácito de no entrometerse en las desgracias ajenas.

No sé dónde rayos pasó la noche, me tiene muy preocupada. Es decir, es un imbécil, me dejó abandonada en este motel de cuarta pero lo sigo queriendo y me preocupa que le haya pasado algo. Él no está bien, algo le pasa, desde hace algunos días lo he visto muy callado, se pasaba acostado en la cama todo el tiempo. No te deprimas, le dije. Pero no me hizo caso, nunca quiere hablar. Me molesta cuando siento que me abandona.

Llego hasta una cabina telefónica y sin saber bien por qué, siento unas ganas terribles de llamarla, de escuchar su voz. Me busco en los bolsillos y encuentro algo de suelto. Marco. No contesta. Vuelvo a marcar cinco minutos después y ella agarra el teléfono.

Todo va a estar bien, me dijo. Enseguida supe que me estaba mintiendo: detesta hablar por teléfono y de repente lo hace para decirme que todo va a estar bien. Una mentira de mierda. Ya nada va a estar bien. No pude aguantar más y me eché a llorar mientras me seguía diciendo que todo va a estar bien. Nunca te voy a entender, le dije. Y colgué.

Me colgó. Creo que ni siquiera escuchó todo lo que le dije pues se puso a llorar. Camino de vuelta al motel y le dejo una nota con el portero. Voy hasta el estacionamiento, busco el auto y me marcho.

Pequeña, ya no me importa más. Solo eso. Ya no podía llorar más, las novias nunca entienden, la gente nunca entiende, y, por sobre todas las cosas, yo nunca lo voy a entender. Pero solo de una cosa estoy segura, y es del hecho de que voy a salir por esa puerta.

No hay comentarios: