22 julio 2012

Melomanía precoz de cocina

Lado A
Creo que tengo problemas: necesito del ritmo de mis canciones favoritas para poder hacer el amor a mi gusto y con placer. El Whatever people say I am, that’s what I’m not de los Arctic Monkeys (2006, Domino Records) es el soundtrack perfecto para una sesión de amor con mi enamorada. Apenas llegamos le puse el disco y empecé a preparar unos cuba libres con el ron que habíamos comprado. Pero ya la sentía dura y antes de humedecer mis calzoncillos (me avergüenza tener que decirlo ahora) la abracé y la pegué a mí con mucha delicadeza para que no note mi erección. Estuvimos así durante un rato y poco a poco nuestros labios se juntaron en un beso larguísimo que nos dejó sin aliento. Nos separamos un momento y ella se arrodilló sin dejar de verme a los ojos y procedió a recorrer mi cuerpo con sus manos. Me besó en todas partes, lamiendo con cuidado mi miembro erecto y tembloroso. Cuando se detuvo aproveché para lentamente acariciar sus piernas, sus muslos y su entrepierna. Alcé cuidadosamente su vestido, la penetré con dulzura apoyados contra la mesa mientras mis manos rodeaban sus pechos. Empezaron los primeros acordes de Mardy Bum y nos deslizamos hacia el suelo, yo debajo de ella. Seguimos haciéndolo muy despacio, sintiendo el sudor nacer y morir como ríos fantasmales. Seguí tocándola. Y como en una elipsis empezó a sonar When the sun goes down y sentía que me venía. Apretamos el paso, me acerqué a su rostro, la besé, me levanté (no recuerdo a qué velocidad) y cuando iba a elevarla hacia mí... ¡terminé en su rostro! Creo que nunca me lo perdonará.


Lado B
Está obsesionado con los discos de vinilo, tiene una colección escandalosamente inmensa de LPs de sus bandas favoritas. Pero mi novio detesta los EPs y los singles, a pesar de que sabe que se está perdiendo grandes joyas de sus músicos favoritos. Anoche cuando estuve en su casa puso en el tocadiscos el primer álbum de los Arctic Monkeys, yo estaba a punto de iniciar una discusión sobre las ventajas de los reproductores de mp3 pero antes de tomar la cantidad de ron necesaria, él me abrazó y me sentó en la mesa. Empezamos a besarnos con mucha fuerza, con intervalos adecuados para respirar, humedecer los labios y acabar con los cuba libre a medio preparar. Con un poco de alcohol dentro no me importó que la ventana esté abierta ni que las luces permanezcan encendidas. Sin más reparos lo aparté, le bajé los pantalones y empecé a mamársela, él se apoyó en el lavadero mientras yo lo engullía por la entrepierna. Paré un momento para tomar un poco más de ron y él alzó mi vestido para penetrarme por detrás, a duras penas logré sostenerme de la mesa para no caerme por las embestidas. La música seguía sonando, con Mardy bum nos echamos al suelo. Lo monté muy despacio, con leves movimientos circulares mientras acariciaba mis senos, así hasta el intro de When the sun goes down cuando todo se aceleró y tanto salvajismo parecía salido de un rodeo montubio. Cuando me di cuenta, había terminado en mi cara. ¡Dios, lo amé!

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