26 julio 2010

Cualquier coincidencia con la realidad (Leonor Silvestri)

Estoy volviendo a casa. Fumé no se cuanta marihuana pero no ha sido poca.

Hay experiencias límites. Hay experiencias que una nunca más quiere volver a atravesar. Hay experiencias que una no se imagina que atravesará nunca. Especialmente tan llena de porro. El suicidio de una amiga. El abuso de los padres. Del padre. Un aborto clandestino. Encontrarse una chica aparentemente violada en una esquina a una cuadra de tu casa.

Flaca estás bien, decís-. Decís como te enseñó el feminismo. Hablarle a “la víctima”, nunca a él. No vas sola, no tenés miedo. Podrías atacarlo, defenderla, podrías hacerle lo que quieras. Flaca, estás bien?, insistías. Le ves la cara al chabón. Lo mirás por primera vez. Tiene más miedo que la chica, que está completamente ida. Ayudame, te dice, la encontré tirada y desnuda, ya llamé a la policía, te dice.
Ella es un palito. El pantalón que el pibe le ayudó a poner está todo mojado y al revés, la blusa mal abrochada, el maquillaje corrido, el pelo revuelto. Un taco tirado en el piso, una sola media puesta. ¿Dónde está el otro zapato? Nunca salir de noche en tacos si no tengo plata para ir y volver en taxi. Acostumbrarse a llevar botas, acostumbrarse a verse sexy en borcegos, no usar sin taco. Saber correr. Saber patear. Saber jugar a la pelota. Él tiene más miedo que todxs. Puedo leer su miedo. Su miedo me dice: yo no le hice esto. Ya se corazón, lo veo, no se lo hiciste. No fuiste vos.

Me aproximo. Ella huele a alcohol, la mojaron toda, pis, alcohol, agua. Es muy pequeña, podría romperle el cuello si quisiera. La abrazo. Yo me llamo Leonor, ¿cómo te llamás? La abrazo fuerte. No te voy a soltar. Yamila, o Yasmin o Yas o qué dijo.

La policía llega. Preguntas, preguntas preguntas. Pero ¿no ves que está en shock y no puede contestarte? Mamita quien te hizo esto, ma qué te pasó. Mamita, mamá, ma. Yamila, Yasmin o Yas llora. No quiere que ningún varón se acerque a ella. Deciles que se vayan que me dejen sola, llevame a mi casa. ¿Dónde vivís? En San Telmo. Preguntas, preguntas, preguntas. Cómo, quién, dónde, cuándo, por qué. Yo también tengo una hermana me dice el uniformado gordo de pizza. No quiero tu puta caridad cobani de mierda, no quiero tu puta comprensión ni saber de la puta de tu hermana, quiero la ambulancia, quiero la ambulancia para esta piba ya mismo, pienso.

Yas, Yasmin, Yamila no quiere que se le acerque ningún varón y agradezco mi baja estatura, mis manos pequeñas, mi voz suavecita y aguda, mis recién estrenados 50 kilos y mi cara de luna. Ella me lee mujer. No importa que mi amante me diga “nene”, que yo me sienta más chico que otra cosa. Ella me lee mujer. Los ratis me leen mujer y porque eso ocurre ella confía en mi, ellos no me joden y me dejan calmarla. Pues no hay problema, sé jugar el juego de la feminidad. Mujer una identidad estratégica para estos casos.

Mi amigo va a buscar a mi casa ropa. Un jogging, medias de lana, algo con que cubrirla, un gorro. Hiela afuera, y ella está toda mojada. La subo al coche de la policía, por asqueroso que me resulte es mejor que la calle, que estar parada en el frío de la calle con 3 ratis que te miran fijo. La cambio ahí, resguardo la poca intimidad y el poco pudor que nos queda a ambas, la poca integridad que le queda a ella que lleva por toda prenda un jean sucio y mojado y ya no tiene la bombacha.

No entiendo nada de lo que pasa, que está pasándome, dónde estoy, que pasó, dónde está mi amigo, el amigo con el que salí, no entiendo estaba todo bien, qué pasó, tomabamos algo en su casa tranqui, dónde estoy, por qué me pasa todo esto a mí. Trato de hablar de otras cosas. Qué estudias, trabajás, con quién vivís. Con quién. Si la vida te da, 4 amigxs, 2, 3 que pueda guardarte, que puedan ir a buscarte, que puedan defenderte. ¿a quién le aviso de todo esto? Lo que se viene va a ser peor, ¿a quién le aviso? ¿A quién llamo? No tengo a nadie, dice. Delira, pide su celular, piensa que lo tiene, piensa que tiene su celular y su dinero. No tiene nada. No tiene ni la bombacha, No tiene ni el maquillaje en la cara.

Un rati me pide hablar. Me bajo del patrullero y me acerco a él. Entre tanto policial, se reproducen como hongos, como pestes, me siento en una peli porno una gang bang. Señorita, uds sabe, una violación es cosa seria, hay que poner en funcionamiento todo un protocolo, ¿ud. realmente piensa que la violaron? Quizás se peleó con el novio, discutieron.

Yo no sé uds, pero a mi me parece que estamos ante un caso de violación. Le doy la espalda, como un gato macho que no teme, y me meto de nuevo en el patrullero a abrazar a Yas.

La ambulancia llega 30 minutos después, quizás más nunca menos. Pasó un siglo. Cargo su cuerpo drogado, la bolsa de plástico donde esta su pantalón mojado, y sus tacos en la mano. ¿Puedo ir con ella?, le digo al médico. Solo una persona. Me subo, mi amigo queda abajo: te voy a buscar adónde vayas llamame ni bien puedas. Te dije que no te iba a dejar. Ella me agarra la mano todo el viaje. No te voy a soltar. Yo no te digo mamita, no te hago preguntas. Yo soy vos, viajamos juntas. En la ambulancia, un policía. No sé que me da más miedo, si la historia entrecortada de esta chica que no sabe que le pasó o la cara del rati. Llegamos al hospital Ramos Mejía. La bajo, se cuelga de mi hombro. La ponen en silla de ruedas hecha con una silla de plástico.

Nadie nos habla, nadie dice nada. Segundo piso, el hospital huele a meo de gato. Y no hay un alma en ningún lado. Solo la cara que me parece de lascivia de los practicantes de guardia. Subimos a maternidad. Nos dejan tiradas en una silla esperando. El rati nos sigue de cerca. 30 minutos después alguien se dispone a antendernos. Jamás dice su nombre. Será la 6ta o 7ma persona que tampoco nos dice su nombre. La médica me pide si me puedo retirar. Yas me agarra de la mano, se aferra a mi. Le explico, no se acuerda de nada, si querés te cuento yo que me dijo y que vi. Quedate me dice entonces. Me parece que esta drogada, muy drogada, dice, ya se le va a pasar. Si estamos ante un caso de violación, cosa que no podemos descartar, podrías haberte infectado con una infección de transmisión sexual. Algunas se curan y otras no. como el VIH. También podrías estar embarazada. Por eso te vamos a dar toda esta batería de remedios. Por eso te vamos a dar la pastilla del día después. ¿Podés ir vos a buscar a farmacia los remedios?, me dice la médica. ¿La vas a revisar?, podría estar herida. Si, sí ahora la miro.

Bajo a buscar los remedios. Está helado el hospital. Helado y pestilente. Solo fantasmas. Me cobran la tarjeta de teléfono más de lo que usualmente cuesta, y ningún público funciona. Es que la necesidad y la emergencia es buena para el comercio y el sabotaje de Telefónica. En la farmacia del hospital una señora me pregunta quién soy, para quién es, y qué pasó. Soy la testigo presencial de un supuesto caso de violación Soy la muerte de todos los predicados, soy un cuerpo que se solidariza con otro cuerpo. Soy todo lo que vos jamás serás vieja hija de un policía. No te puedo dar los remedios porque tiene que tener un sello del hospital la receta y tiene que venir una enfermera. Es que me mandaron para agilizar como podría estar embarazada y tiene que tomarse la pastilla del día después, no podés llamar a la médica? Está en maternidad. No tenemos teléfono acá. Me alcanza las recetas y me despacha.

De camino llamo a la casa de Yas, Yamila, Yasmin. Atiende su tía. Llora del otro lado. Está asustada. Alguien llama a tu casa a las 6 de la mañana para contarte tremendo cuento. Que encontraste a su sobrina tirada en la calle. Desnuda. Que no se acuerda nada. Llora más del otro lado. Yas es Julia en realidad, Yasmín se llama Julia o su familia le dice Yasmin Julia. No parece lastimada, trato, inútilmente de tranquilizarla. Le doy la dirección del hospital. Ya vienen, ya van. Gracias me dice. Cortamos.

Nunca he sentido más impotencia en toda mi vida.

Subo, le cuento a la médica lo ocurrido en farmacia y me dice que ella se encarga con alguna enfermera. ¿Dónde habrán quedados los sellos? Yas sigue catatónica. En shock. La médica me pide que me retire, que la va a revisar. Ella se queda acá internada.

Salgo y el policía me toma los datos. Mi amigo llega a buscarme. Volvemos caminando a casa. Nunca me he sentido más triste en mi vida. Y no hay nada, nada que ningún activismo, ninguna militancia, ninguna experiencia práctica, ningún afín pueda darme en estos casos para no sentir el asco total, la total y absoluta repugnancia por la raza de los seres humanos de la que hoy quiero desertar más que nunca.
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*más sobre Leo acá -> Diario de Leonor Silvestri

2 comentarios:

Unknown dijo...

muchas muchas gracias

Editor Fernando Jasminoy dijo...

Tremenda crónica de la violencia legal y médica después de la violencia cobarde y degradante de una violación grupal.